viernes, 27 de agosto de 2010

"Retratos de la antigüedad romana y cristiana", de Gustavo Vidal


    Con un lenguaje sencillo y divulgativo, este profesor chileno va desgranando la vida, obra y milagros de todos los personajes que descollaron en la antigüedad. 
   Y lo hace sin demérito alguno de unos análisis certeros de la situación y la mentalidad de cada época, señalando siempre su aportación a la posteridad.
Mención aparte requieren las jugosas historias con las que salpica esta galería, y la oportunidad con la que encuadra cada obra literaria. 
   Un libro muy acertado para aquel que quiera introducirse en la antigüedad griega y romana.

miércoles, 11 de agosto de 2010

"El loco del zar", de Jean Kroos


  Una interesante novela de este autor estonio. Timotey Von Book es un barón alemán amigo del zar Alejandro, que decide casarse con una campesina. 
   En una larga carta al zar, critica su política con los campesinos estonios. El zar le condena a años de prisión, y le declara enajenado. Aún así, continuará siendo "un clavo ardiendo en la piel del Imperio". Lo he leído en el mismo lugar donde se sucedieron los hechos, en el interior de ese país báltico. 
   Te das cuenta de lo que es un pueblo sin historia, que ha sido siervo toda su vida. Ahora, felizmente, es un país que va a entrar en el euro. Muy buena novela.

martes, 10 de agosto de 2010

RAZÓN Y RELIGIÓN, Habermas y Ratzinger


   Este verano, he podido leer un ensayo cuanto menos curioso. 
 Se trata de un diálogo mantenido en 2003 entre Jürgen Habermas, el filósofo más renombrado de nuestro tiempo, y Joseph Ratzinger, futuro Papa de la Iglesia Católica, teólogo y filósofo. El resultado no puede ser más fructífero. 
   En principio, parecen dos personajes que están en las antípodas, ya que Habermas es un reconocido agnóstico. Pero, pronto, se advierte en ellos un campo común, donde cabe la racionalidad, los valores y la auténtica democracia. Y, siempre, una defensa a ultranza del ser humano.
   Hace pensar. Y, también, hace valorar la pérdida de tiempo que supone tanto una religiosidad fanática como un laicismo compulsivo. La gente que piensa de verdad y en serio, no cae en esos lazos tan facilmente superables como un poco de buena voluntad y un sano raciocinio.