sábado, 29 de enero de 2011

LOS CIPRESES CREEN EN DIOS, José María Gironella



   Hace tiempo que quería leer esta novela de José María Gironella, ambientada en la Segunda República española. Es un clásico, no diría imprescindible, pero casi. Muy actual además, si tenemos en cuenta el debate sobre la memoria histórica. Un proyecto muy ambicioso del que Gironella sale muy bien parado. El estilo y la redacción es de gran calidad: el autor pinta con cada palabra un paisaje, un carácter o un ambiente. 
   Pretende ser un retrato colectivo de Gerona durante la época, tocando todas las teclas políticas y religiosas. El autor, más bien de derechas, pretende otorgar a sus juicios objetividad y equilibrio. No me ha parecido maniqueo, cosa que se agradece. No nos habla del anarquismo de José, del falangismo de Mateo, del comunismo de Cosme Villa, ni del clericalismo de Mosén Alberto. Si no, más bien, de José, que es anarquista, Mateo, que es falangista, etc. No nos pinta ideologías encaanadas en personas, sino personas que tienen y viven como pueden las posiciones ideológicas que las circunstancias de la vida, la diferente educación, etc, les han llevado a convertir en suyas, sin que ni ellos mismo se hayan dado cuenta.
   Y, sobre todo, pretende explicarnos cómo se llegó en España a lo que se llegó, lo cual es muy útil y muy de agradecer, porque es muy difícil ponerse en el lugar de esos tiempos difíciles.
   Al terminar, a pesar de su volumen, o quizá precisamente por eso, sigues con la segunda entrega: "Un millón de muertos". Y es que te sientes dentro de los personajes.

jueves, 6 de enero de 2011

LUZ DEL MUNDO, Benedicto XVI


   La lectura del último libro de Benedicto XVI, como católico y como lector asiduo, me ha resultado muy interesante. Ser Papa no quiere decir "ordeno y mando", ni: "esto es así porque lo digo yo, y punto". El estilo de Benedicto no es ese. Analiza los más diversos temas, desde los abusos a la ordenación de mujeres, intentado explicar la postura de la Iglesia con profundidad y de un modo razonado, aunque siempre partiendo del dato de Fe. Una Fe, en todo en caso, no inventada por él, sino recibida por la Sagrada Escritura y por la Tradición.
   Benedicto XVI entiende las dificultades que muchos tienen para comprender la postura de la Iglesia, reconoce que la Iglesia a veces no se ha explicado bien y que ha cometido errores. Pero también realiza una muy aguda crítica con la dirección que lleva, en general, la llamada civilización occidental. Una sociedad materialista, hedonista, fuertemente individualista, donde no existen principios sólidos sobre los que asentar la convivencia ni el progreso.
   Según el Papa, pretender vivir sin Dios es deshumanizarse: sobrevivir malamente en una cultura vacía de valores, o con unos valores realtivos y cambiantes, donde todo, absolutamente todo, dependa de lo que decida una mayoría.

   Son pensamientos que, al menos, deben invitar a la reflexión. Hasta el más reclacitrante agnóstico debería reconocer que el mundo necesita este contrapeso.