jueves, 8 de octubre de 2015

EUGENIA GRANDET, Honoré de Balzac

   Acabo de terminar esta gran obra del realismo decimonónico francés. El señor Grandet, un rico vitivinícola del pueblo de Saumur, es un avaricioso compulsivo, y tiene casi encerradas a pan y agua a su mujer y a su hija Eugenia, casadera y heredera de su fortuna. Pero Eugenia es un espíritu libre, inocente y delicado… 
   Me recuerda mucho a la Regenta, a Anna Karenina y a otros relatos que he leído de la época. Un espíritu puro enfrentado a los egoísmos de una sociedad convencional e hipócrita. 
   Balzac incide mucho en el dinero, que es el verdadero protagonista. El dinero lo puede todo, incluso aplasta el amor y todo sentido más ético de la vida. El relato se ubica hacia 1820, con la restauración en Francia y la vuelta de los Borbones. En concreto, se habla de Carlos X. Y fue escrito por Balzac en 1833, al poco de caer los borbones reemplazados por Luis Felipe, el rey burgués. 
......Spoiler 
   La acción comienza cuando el hermano del protagonista se suicida porque se ha arruinado, y manda a su hijo Carlos, primo de Eugenia, a la casa de Saumur. Eugenia se enamora perdidamente de él, y desdeña a los pretendientes que se quieren casar por dinero. Carlos, en su aflicción, corresponde a su amor, pero se tiene que marchar a las indias, y allí la olvida y encuentra una dama de la nobleza muy fea, pero que le puede hacer marqués. El dinero y el poder. Eugenia termina casando con un juez de Saumur al que no quiere. Su marido muere al poco tiempo, y muerto también el padre y la madre, se queda sola y cuarentona con su fiel criada Nanón. Un escena que me impactó fue la muerte del padre, cuando le presentan en el lecho de muerte la Cruz para besarla, al darse cuenta de que es de oro, la agarra fuertemente, y no quería desprenderse de ella. Tan avaro era.

jueves, 1 de octubre de 2015

VENCER EL MIEDO, Magdi Allam

   Siguiendo con los relatos del mundo islámico, “Vencer el miedo” es un testimonio de un periodista egipcio, de religión musulmana, director adjunto del Corriere della Sera. 
   Magdi Allan añora su infancia en Egipto, en tiempos de Nasser, donde se vivía un Islam abierto y tolerante, tradicional si quieres, pero con un fondo verdaderamente religioso. El viraje involucionista vino después, en tiempos de las guerras con los judíos, y, sobre todo, con el régimen de los ayatollás iraní en los años ochenta. Se lamenta de este hecho, y cree que puede haber un Islam sin atentados suicidas ni matanzas. 
    El se ha enfrentado a ese modo de vivir el Islam, y, por ello, lleva escolta. Pero sus críticas también se dirigen a Occidente, que, opina, está atenazado por el miedo. Con los terroristas hay que enfrentarse sin ambages. De hecho, apoya la invasión de Irak en 2003: opina que mejorará la situación de la zona y dará más libertad a sus habitantes. El libro está escrito en el 2004, y el relativo optimismo con que ve el futuro de Oriente no se ha visto cumplido. Por ello, opino que muchos de sus diagnósticos son fallidos 
  Con todo, es un libro valiente que trata de despertar a Occidente de su sopor ante la amenaza del radicalismo islámico.