sábado, 18 de febrero de 2017

QUERIDO MIEDO, Jesús Zomeño

   Desde que Salinger escribiera aquello de El Guardian entre el centeno, y, años después,  se convirtiera en libro de culto, hay muchos que han intentado escribir las peregrinas y transgresoras historias de un adolescente desorientado que busca en el sexo, en el alcohol y en los ambientes marginales de nosequé gran ciudad su propio rumbo en la vida, etc, etc. 
   Tanto ha proliferado el género, que es una tarea más que arriesgada ponerse a escribir ahora historias malditas y que no suenen a tópico. En nuestro país, Umbral dio a la luz Mortal y rosa: un auténtico monumento. Pero es que, claro, don Paco escribía como los ángeles.
   Por ello, comprenderán ustedes que tomé estos relatos con cierta prevención. Pero también con interés, por dos motivos. Primero, los relatos de Zomeño sobre la Primera Guerra Mundial me habían gustado. Segundo, la mención que hace a Rock Ola me resultaba cercana, ya que mi hermano Pepo fue uno de los que montó ese mítico local de la movida de los ochenta en Madrid.  
   Y he de decir que Jesús Zomeño, a mi parecer, sale muy bien parado de este arriesgado embite. Sus relatos son fuertes, explícitos, nada complacientes, pero además rezuman sabiduría, ideas de fondo que calan, frases (muchas he subrayado, pero no ha lugar en este espacio) que condensan toda una lección de vida quizá sin pretenderlo.
   Y eso es lo mejor para mi gusto. Sus historias están tejidas de autenticidad por los cuatro costados. No hay pose, no hay retórica. Esto se denota, por ejemplo, en un estilo parco, conciso pero denso. 
   Nuestros veinte primeros años han quedado como colgando en nuestra vida. Hubo amores, pero amores prohibidos, extraños, secretos, inalcanzables. Amores retratados en estos breves relatos con la maestría y el realismo suficiente para que todos, quien más quien menos, nos encontremos en ellos y sintamos en nuestro interior esa herida de la juventud que, maldita sea, nunca acaba de supurar.

martes, 7 de febrero de 2017

HASTA EL ULTIMO HOMBRE, Mel Gibson

   He visto la última película de Mel Gibson, y me ha gustado. Como siempre, este autor es bastante explícito, atroz en las imágenes. No te ahorra crueldad ni situaciones límite. Yo rebajaría un poco ese  naturalismo sangrante de las terribles escenas bélicas. 
   Dicho lo cual, me parece una película muy bien hecha y completa. Bien hecha, porque el guión es claro, te atrapa desde el primer momento y tiene ritmo y acción. Completa, porque no es tan solo una película bélica más, sino que trata de una tema apasionante y acuciante: la objeción de conciencia. Y, como la objeción de conciencia del protagonista es por motivos religiosos, también trata del papel de las creencias en la sociedad. 
   A Gibson le interesa mucho la religión, piensa que la religión es una dimensión fundamental del ser humano. En casi todas las películas está presente. Una cierta ideología quiere relegar el hecho religioso al terreno puramente privado. Los creyentes, para estos intolerantes de guante blanco, seríamos unos tipos un poco raros y desfasados que habría que tolerar, si no se mueven mucho. 
   Pero está comprobado que la fe, cuando se vive plenamente y con coherencia,  potencia las cualidades de las personas, llena la vida de sentido, ayuda a que nuestra existencia se convierta en un servicio a los demás, como se comprueba en la película, basada en hechos reales. 
   En fin, una película que hace reflexionar. 

lunes, 6 de febrero de 2017

EL ÚLTIMO TRUCO DE MAGIA, Maribel Romero


 He leído con mucho gusto este relato de la autora ilicitana Maribel Romero Soler, que ha resultado finalista del premio Edebé de Literatura Juvenil en 2014. Narra la historia del Gran Prince Magic, un mago que llegó a tener fama mundial, y que ahora solo produce la burla de los niños. El personaje te mueve de tal manera a compasión, que la historia se te vuelve de algún modo imprescindible. Me recuerda a esa nostálgica invención inestrenada de Jacques Tati, que tan magistralmente ha sido llevado al cine de animación por Sylvain Chomet con el nombre de El Ilusionista.
   El argumento da un giro muy sabroso e inesperado cuando aparece una pintura del genial impresionista Joaquín Sorolla sin mediar aviso. Se convierte entonces en un relato que entremezcla el realismo y la fantasía con pasmosa naturalidad. El sol de Sorolla zambulléndose en el vestido blanco de su hija María Clotilde, un robo inverosímil, un psicólogo enamorado, y dos adolescentes muy de siglo XXI.
   En mi opinión, este relato constituye un homenaje a la vida como magia. No deja de ser misterio y magia que cada uno de nosotros vivamos hoy, que podamos mirar al sol, que busquemos el amor en este mundo a veces desolado, y que estemos aquí para contarlo para contarlo.
   Un último apunte. Se podría afirmar que El último truco de magia es literatura Juvenil. Pero yo, que no soy joven, he disfrutado. Pienso que puede contentar a todos, de cualquier edad y condición.  

miércoles, 1 de febrero de 2017

THE CHRISTMAS THIEF, Mary Higgins Clark

 
 Leer una novela policíaca de Mary Higgins Clark supone un descanso merecido del guerrero lector. Sobre todo, de alguno que yo me sé, y que se mete entre pecho y espalda novelones modernos y clásicos donde participar de verdaderos dramas y situaciones muy duras.
   Por el contrario, en estos relatos ambientados en las fiestas navideñas, esta autora norteamericana relata todo con sorprendente fluidez y con un tranquilo sentido del humor. Sus personajes, masculinos y femeninos, están descritos con naturalidad y recato, sin esa morbosidad de la que hacen gala bastantes autores actuales. Los personajes son rectos, sin esquinas, con un gran compromiso y afecto por los suyos, y con una religiosidad asimilada en las costumbres, en las relaciones sociales y en las intenciones.
   Son relatos breves que te entretienen. Son platos sabrosos y livianos: no hace falta demasiado estómago para asimilar lo que va pasando. Hasta los malos son un poco inútiles y, en cierta medida, simpáticos.
   Volveré de vez en cuando a Mary Higgins Clark. Un poco de novela negra nunca viene mal. Tengo varias novelas suyas en mi biblioteca.