lunes, 31 de octubre de 2022

EL QUE MIRA, Rafael Camarasa

 





   El poeta valenciano Rafael Camarasa nos ofrece en este galardonado poemario una mirada limpia y singular, sabia y poéticamente exacta de la realidad que le circunda. Como el ángel Win Wenders en la magistral película Tan lejos y tan cerca, encuadra escenas -muchas veces fugaces- de todo lo que acontece a su alrededor, sea notorio o nimio.

   En mi opinión, para comprender toda la obra, hay un poema clave que es el que lleva el título del libro. El poeta mira por la ventana como protagonista de su propia película y observa por unos momentos a un hombre que pasea por el parque, a un mujer con perrito faldero y a una chica con aspecto sudamericano que lleva a unos niños al colegio. Son los figurantes de esa película. Pero al cabo se da cuenta que, para ellos, el figurante es él. Se produce esa magia, ese desdoblamiento de perspectivas entre el yo y el mundo, que puede se pueden intercambiar los papeles, en una celebrativa empatía. 

   Por ello, esa mirada transitiva se convierte también en intransitiva, en sincera introspección sobre nuestra propia vida. Estos breves poemas, a fuerza de sencillos, poseen una gran carga emotiva y, si se me permite decirlo, filosófica. La mirada de Camarasa no busca poseer, no quiere invadir. Por muy fugaz que sea, tiene la suficiente intensidad para extraer, de unos pocos segundos, una eternidad de reflexiones. 

   Tomo como ejemplo -además del citado- los poemas Buenas personas, Tortugas o Anclas, donde se muestra en el fondo una cercana y lúcida comprensión con la existencia humana y sus limitaciones. 

   El poemario, muy acertadamente estructurado a través de las afecciones ópticas que todos solemos pasar a partir de los cuarenta, queda como un todo cerrado en sí mismo. La base material, como se supone, magníficamente editada por Visor. 

    Tuve la suerte de asistir a su presentación en la magnífica sala Iocedro House de Elche, y poder conversar unos minutos con el autor, al que sólo conocía de vista. Gran poemario de un autor que nos ha regalado ya varias muestras de su consistente poética. Esperamos con interés su trayectoria futura. 

sábado, 8 de octubre de 2022

LAS RAZONES DEL HOMBRE DELGADO, Rafael Soler

 




   Agradezco a Rafael que me obsequiara con este poemario con motivo de una lectura en la sala Icoedro House de Elche.

  La muerte, tema recurrente, inevitable diría yo. La muerte es parte de la vida y hay que enfrentarse a ella. Nuestra condición mortal está aquí, siempre con nosotros: no la podemos distraer

  En mi opinión, en todo el libro revolotea una pregunta: "¿cómo acomodarse ante el hecho insoslayable de que vamos a morir?" Para ello, el poeta toma distancia, se aleja del muro, procura templarse y despojarse de todo, incluso del cuerpo que ocupa. Para enfrentarse a este poemario, hay que ir despacio, respirando al poco, y con una dosis de sinceridad y de valentía casi sobrenatural. 

   Porque Soler no te va a ahorrar nada: te va a describir en tu decadencia física, en tu decrepitud y en tu tumba. ¡Qué maestría supone utilizar el usted para subrayar esa distancia! Consigue así esa objetividad no manchada por la  complacencia afectiva del tú. Soler no busca ser cercano. En realidad, no busca nada: describe y reflexiona. Este libro es mera disolución, puro desenlace. Pero un desenlace tan irónico y sorprendente, que la carga parece más liviana. 

  Todo ello en la forma de un estilo directo, limpio, sin el estorbo de puntuaciones ni preposiciones que se dan por supuestas. Desgrana afirmaciones en principio inconexas, pero que encajan milagrosamente al final de cada poema. Conforme iba pasando páginas, su manera de escribir me recordaba al goteo insistente de la poética de Antonio Gamoneda. Al terminar el libro, descubrí con fruición que, precisamente, es el poeta leonés uno de los que elogia este poemario, lo cual es suficiente garantía, por si no la tuviera por sí solo. 

   Rafael Soler, con la soltura, agudeza y profundidad que le caracterizan (recomiendo Leer después de quemar, también comentado en este blog), nos invita a pisar el umbral definitivo. Vale la pena seguir su invitación, asomarse siquiera al dies irae, para así levantar acta insoslayable de nuestra condición caduca, limitada, prescindible, pero no por ello - o quizá gracias a ello- menos digna. 

   De eso va todo, sabernos vulnerables y de paso, nos avisa el autor en los prolegómenos del libro. Yo me acordaba de mi paisano Jorge Manrique y sus famosos ríos que van a dar a la mar. ¡Mira que ya lo nos lo avisó hace unos cuantos siglos, y todavía no nos hemos enterado!