sábado, 30 de julio de 2011

LOS CRÍMENES DEL NÚMERO PRIMO, Reyes Calderón


   Muy buena novela de esta profesora de universidad que se ha lanzado con éxito al mundo editorial.
  Género negro y policíaco, ambientado en Pamplona, en el monasterio de Leyre. La autora demuestra gran cultura religiosa, judicial, policíaca, y domina bien la trama. Es un relato muy consistente que hará las delicias de los que gustan de este tipo de literatura.
  Además, es una demostración de que también en España existen autores que saben contar historias de este tipo. No hay que irse a Mankel o a Larsson.
  En fin, sólo falta que alguien se anime y lleve la novela al cine.

jueves, 28 de julio de 2011

LA NIETA DEL SEÑOR LINH, Philippe Cluadel


   Este sencillo relato del que fue guionista de una estupenda película ("Hace mucho que te quiero") es un precioso homenaje a la inmigración, a la relación padres hijos, a la bondad primigenia del ser humano, que cultiva la esperanza y la solidaridad incluso cuando ha salido del terror de su país natal.
   Un anciano asiático aparece con su nieta en un puerto de Francia, toda su familia ha muerto de forma cruenta. La desorientación primera deja paso a la luz de una mano amiga.
   Magnífico relato con un final sorprendente. Breve libro pero lleno de sabiduría.

miércoles, 27 de julio de 2011

HA ESTALLADO LA PAZ, José María Gironella


   La tercera entrega de la famosa novela de José María Gironella sigue el pulso de las anteriores: "los cipreses creen en dios" y "un millón de muertos". La etapa que novela cubre, a modo de crónica de sociedad, el periodo de tiempo comprendido entre abril de 1939 y diciembre de 1941. La idea de Gironella era ir publicando con el tiempo nuevas entregas, pero al final, ese titánico propósito no se cumplió. Como consecuencia, la novela carece de desenlace, simplemente acaba, sin "resolver" los conflictos personales que se ciernen en torno a Ignacio Alvear, su familia, la sociedad gerundense, y el mundo de los exiliados.
   El mérito de Gironella es tocar todos los ambientes posibles que se dieron lugar en esos años, presentándonos, no ideologías desnudas, sino creencias encarnadas en personas con sus dificultades, miedos y condicionantes.
   El estilo no decae, aunque, a mi parecer, le sobran páginas a esta magna trilogía. La crónica es demasiado detallada, sobre todo, cuando describe Gerona, otra vez en verano, otra vez en otoño, otra vez en invierno..., aunque en, eso sí, diferentes circunstancias. Muestra habilidad para codearse con todo tipo de mentalidades bien ambientadas en esos duros años: desde Mateo, el falangista acérrimo, a Cosme Vila, que ve cómo su sueño comunista se desvanece en Moscú. Agustín Lago, miembro del Opus Dei naciente, está tratado con corrección, pero a mi parecer le falta el empuje del que hicieron gala los miembros de la Obra en esos años.
   Pero lo más decepcionante del libro, como he señalado más arriba, es que no acaba. Termina y punto. Te queda la sensación de que el autor te lleva por un camino y se despide de ti sin haber llegado a ningún sitio. Una novela tiene que tener planteamiento, nudo y desenlace.
   Para aquellos que quieran leer esta ya clásica obra, les aconsejo que se contenten con "Los cipreses creen en Dios". Es la mejor de las tres y la crónica que realiza de la república te sirve para comprender por qué se llegó a la tragedia de la guerra civil.

domingo, 3 de julio de 2011

SI ESTO ES UN HOMBRE, Primo Levi

   Impresionante relato histórico sobre la horrible experiencia de Primo Levi, un judío superviviente de un campo de concentración nazi, cercano a Auswichtz.
   Levi relata su historia sin tapujos, sin comparaciones, sin grandes disquisiciones antropológicas.
   Simplemente, recuerda punto por punto la tremenda y desagarradora experiencia que le te tocó vivir, invita al lector simplemente a que juzgue por él mismo "si esto es un hombre".
   La crueldad, la indiferencia total ante el dolor ajeno, el nulo valor que tenía la vida y la muerte en el campo de Buna, la falta absoluta de compasión de sentimientos como la compasión, el compañerismo, la ayuda mutua, la generosidad...
   Las SS hicieron de los prisioneros una sombra de hombres, les quitaron los vestidos, la vergüenza, la capacidad de razonar, las ganas de vivir: se conviriteron en autómatas. No eran hombres, eran simples espectros a los que les daba igual lo que pasaba a su alredededor. Sólo pensaban en una cosa: conseguir como sea un mendrugo de pan, sobrevivir un día más en ese infierno, del que sabían que nunca iban a salir.
   Menos mal que algunos, como Primo, salieron para contarlo.