miércoles, 29 de agosto de 2012

EL HOMBRE QUE FUE JUEVES, G. K. Chesterton

   Otro de los libros que he leído este verano es esta novela policiaca de Chesterton. 
   No se trata de una novela policiaca al uso, sino más bien de una fantasía, una pesadilla, como él mismo dice, que incide, dentro de su trepidante ritmo, en cuestiones muy de este autor inglés: la civilización cristiana, el orden y el desorden, la necesidad de dar un sentido a la vida, la violencia, etc.
   El estilo raya en la literatura de lo absurdo, e incluso del esperpento: me ha recordado a “Luces de Bohemia”, de Valle Inclán. El ingenio de Chesterton hace que leamos un relato y unos diálogos llenos de originalidad y frescura, donde es difícil sacar conclusiones terminantes, pero que al menos te hacen pensar. Me lo he pasado fenomenal con las salidas de cada uno de los personajes, y sus reflexiones extemporáneas en los momentos más críticos.
   Chesterton era un consumado polemista muy ingenioso que siempre navegó a contracorriente. Si hubiera vivido ahora (la novela fue escrita en 1908), hubiera navegado probablemente por aguas políticamente incorrectas.
   “El hombre que fue jueves” es ya un clásico de la literatura y Chesterton, un autor que forma parte del acervo cultural europeo.

lunes, 27 de agosto de 2012

EL EXTRAÑO CASO DE DR. JEKYLL Y MR. HYDE, Stevenson

   Uno de los libros que más me han gustado y al que vuelvo de vez en cuando es la isla del Tesoro. Pero Stevenson fue famoso también por este breve relato que hizo fortuna, vendió muchos ejemplares y se ha llevado a cine y al teatro. 
   En el fondo, trata sobre el bien el mal. En la persona del Dr. Jekyll se daban tan netamente el bien y el mal que cada uno tenía su propia personalidad de tal manera que al final se desdobla en dos personas. 
Toca por tanto uno de los temas candentes de todos los tiempos. ¿Por qué a veces somos malos? Por qué existe el mal. Hay, en nosotros, un ángel bueno y otro malo, una vela a Dios y otra al diablo. En esa lucha nos debatimos. 
   Stevenson, además de crear una buen relato policiaco, toca el centro de cuestión vital para entender el hombre. Quizá por ello se ha convertido en un clásico.

viernes, 24 de agosto de 2012

DAVID COPPERDIELD, Charles Dickens

   Acabo de terminar el libro. Una novela que recordaré toda mi vida. No es mi bautismo en Dickens, pero ha merecido la pena. Fue escrita entre 1848 y 1850 en fascículos, y fue un éxito total. La gente esperaba el correo para leer el siguiente. Dickens vivió de 1812 a 1870. Es decir, en plena época victoriana, una época llena de contrastes. Es una Bildungsroman o novela en la que el protagonista aprende de la misma vida. Por una parte, es idealista: muchos personajes son puramente buenos (David, Peggoty, Agnes), otros puramente malos (Murdstone, Uria Heep).
   Hay otros que se mueven en el itinerario del mal al bien con distintos resultados (Ms. Belstey, Streeforth). Pero por otro lado, es una novela realista, no se puede decir que sea romántica. Está a caballo, es… victoriana. Es decir, aprovecha Dickens para hacer una crítica social, la sociedad burguesa victoriana, llena de “grandes valores” burgueses, pero que no sentía compasión de la miseria y de la opresión en el que vivía mucha gente (sobre todo, muchos niños) en la misma Londres, ciudad que retrata como un personaje más. Y eso porque Dickens había vivido esas experiencias.
   David Copperfield es la más autobiográfica de sus novelas, y su preferida. De todas formas, el cristianismo de Dickens se ve en la esperanza. Al final, triunfa el bien. Y no es maniqueo. Entre los burgueses hay gente de corazón; y, entre los pobres, gente ruin. Otro rasgo de Dickens es la ironía con que suaviza situaciones muy duras. Y los personajes grotescos e incluso cómicos.
   Me ha gustado mucho la infancia de David, la primera parte. La infancia de David es triste. Es increíble cómo un niño puede vivir hasta los diez años esa experiencia tan desdichada, y lo egoísta y cruel que puede llegar a ser el ser humano. Pero también hay otra gente que es pura, comenzando por el mismo David. Luego, a mi parecer, embarranca un poco con demasiado detalles y demasiados nombres, hasta que el final vuelve a remontar. Digno de leer es el capítulo “La Tempestad”. Compensa leer aunque sea aislado, ese magistral relato.
   En resumen, un clásico ante el que nadie quedará indiferente. Una gran novela y un autor universal.

miércoles, 22 de agosto de 2012

LA ILIADA, Homero

   Este verano he terminado de leer la Ilíada. Era un sueño y lo he cumplido. Es un larguísimo poema épica que cuenta lo que sucedió durante 50 días en el año décimo año de la Guerra de Troya.
   Se trata, como digo, de un su larguísimo poema, donde se cuentan infinidad de batallas, alianzas, hechos heroicos y las maquinaciones de los dioses. Sin duda, ni Héctor ni Paris, ni Andrómaca, ni, por supuesto Aquiles, son personajes de carne y hueso. Es más, muchas veces parece auténticos robots impasibles ante la lucha. Pero, conforme transcurre el poema, se contagian de humanidad. Hasta llegar al último canto, el XXIV (verdadero culmen de la literatura universal) donde se relata que Aquiles se compadece y devuelve el cadáver de Héctor a su padre Príamo, rey de Troya.
   Otra escena inigualable es aquella en la que Adrómaca intentar convencer a su marido Héctor de que no vaya a luchar contra Aquiles, y le muestra al hijo de ambos, que empieza a llorar. En la Ilíada está todo y mucho más. Es un libro oceánico, donde fácilmente te pierdes con tanto nombre y con tantos dioses, pero donde, en cualquier momento, en cualquier esquina, te encuentras con una descripción, con un diálogo, con una narración de sucesos que te hacen comprender por qué Grecia es la cuna de nuestra civilización.