lunes, 31 de agosto de 2020

TERRA ALTA, Javier Cercas

   


   La Terra Alta es una comarca del sur de Cataluña, con capital en Gandesa. Un sitio de pasado tremendo (la Batalla del Ebro, 1938), pero muy apacible actualmente. De repente, hay un terrible crimen, y ahí aparece el policía Néstor para resolverlo entre otros. Pero Néstor tiene también su pasado, una historia oscura que está obligado de alguna manera a redimir. Esta novela mereció el premio Planeta 2019. Cercas no solo plantea la resolución de un caso, sino que también propone profundos dilemas humanos, y ambienta los diferentes tiempos del relato en circunstancias históricas de la Cataluña reciente y pasada.   
     
  Como es costumbre en este autor, hay un telón de fondo literario, basado esta vez en la novela Los miserables, de Víctor Hugo. El autor combina con maestría todos estos elementos, resultando una ficción entretenida, bien escrita y que deja al lector una serie de reflexiones interesantes, como la contraposición entre lo que se debe hacer en conciencia y la obligación estricta de la Ley (derecho natural y derecho formal).

   Los diálogos están construidos de manera no artificiosa, suenan a auténticos, y la trama criminal es creíble (concedo que a alguno le pueda parecer demasiado forzada). En realidad, este premio es concedido a autores ya consagrados, como un definitivo espaldarazo, por decirlo así. Y Javier Cercas lo es. Salió a la palestra con Soldados de Salamina, ya tiene un buen puñado de libros, que se venden y se leen muy bien (algunos de ellos han sido llevados al cine). Cuando estuvo en Elche, nos confesó que es uno de los pocos que puede decir que vive de la literatura. Y la verdad que se lo ha currado. Buena novela, en suma, de un autor que sigue creciendo.

domingo, 23 de agosto de 2020

CORAZÓN INQUIETO. Luis de Wohl

   Agustín de Hipona constituye sin duda un referente obligado para entender la Civilización Occidental. Nacido en Tagaste (actual Argelia) en 375, t muerto en Hipona (también Argelia) en 430 d. C., durante el sitio de los vándalos a esa ciudad, su figura adquiere un valor por sí misma por su carácter de encrucijada: entre Europa y África, entre el mundo antiguo y el mundo medieval, entre lo romano y lo bárbaro y, finalmente, entre lo pagano y los cristiano. 

   Y es que San Agustín fue ante todo un modelo de intelectual, un buscador nato, un inquieto que no paró hasta encontrar la verdad. La diferencia con muchos intelectuales actuales es que creía en la Verdad, y al final, la encontró. Formación en el Cristianismo de una madre devota (Mónica), en su adolescencia lo rechazó como un conjunto de supercherías. Joven brillante y de buen porte, de grandes cualidades humanas, intelectuales y oratorias. Se juntó con su esclava Menania, y tuvo un hijo siendo muy joven, llamado Adeodato. Creyó encontrar en la doctrina maniquea la verdad y la paz en su vida, pero en el fondo seguía con inquietud. Siguió buscando en el neoplatonismo de Plotino, y al final descubrió el Cristianismo católico (ya por aquel entonces, tenían gran pujanza el arrianismo, el donatismo y otras corrientes cristianas que diferían en algún punto fundamental con la doctrina católica) y se sintió iluminado por su doctrina y subyugado por el amor a Cristo. A partir, de ahí es ordenado sacerdote y obispo de Hipona, y comienza a desarrollar una doctrina sin precedentes, y un defensa de la Fe cristiana contra el paganismo y con las las llamadas herejías. Es de destacar su monumental obra La Ciudad de Dios, en a que elabora una teoría de le Historia que intenta demostrar que el Cristianismo no es la causa de la decadencia, sino la salvación del mundo antiguo. 

   Luis de Wohl relata todo ello con entretenimiento. No tiene gran calidad, pero para aquellos jóvenes que no se atreven con las confesiones, es un buen aperitivo. en mi caso, es el típico libro que tenía pendiente, y un día lo encontré perdido en un armario, y me lo he leído casi de corrido. Lo recomendaré a jóvenes, eso sí, con la promesa de que en el futuro se atrevan con las confesiones. 

martes, 4 de agosto de 2020

LA LEGIÓN PERDIDA, Santiago Posteguillo

 Y, por fin, la última entrega de Trajano. Posteguillo se supera en esta entrega definitiva. Es un reto, ya que el relato tiene su complejidad. Se desarrolla en dos siglos distintos (I a. C. y II d. C.). Y en cincos imperios diferentes: Roma, Partia, La India, China y lo hunos que andan por ahí. Además, entrelaza seis historias diferentes. (o más). Pues don Santiago consigue un relato muy bien ambientado, y en el que no te pierdes demasiado, a pesar de que esos imperios cada uno los llama a su manera. Por ejemplo, Roma para los chinos es Da Quin. El autor te mantiene en vilo las mil y pico páginas. Es muy entretenido, y, como siempre, muy documentado. Aprendes cantidad de cosas y entiendes más en mundo romano. Se me ocurre decir, por ejemplo, que la legión perdida de Craso fue como Vietnam para los americanos: una auténtico trauma. Pero Trajano logra superar esos miedos. 
   Algún punto que no veo claro. Adriano queda bastante mal en esta trilogía. Era así en verdad. doña Margarita Yourcenar no sé si estaría muy contenta. en lo cristiano, San Ignacio de Antioquía queda como fanático a los ojos de los romanos. Quizá lo fuera desde su punto de vista, y la imagen que da de él lo revela. Sin embargo, sus siete cartas de la cautividad no parecen las de un fanático. 
   En fin, que me he entretenido mucho, que te sirve para desconectar y, para los gustosos del pasado, un placer añadido.