sábado, 7 de noviembre de 2020

MANERAS DE AMAR (O DES-AMAR), Javier Cebrián

 

   Carlos Javier Cebrián, prolífico escritor, poeta y referente cultural en un Elche necesitado de estas cosas, se nos muestra en este poemario con toda su abrupta sinceridad, es decir, con toda su grandeza. Porque un poeta, o busca la verdad, o se hace pequeño. Y esa grandeza está llena de dolor y muchas veces de tristeza, como apunta en uno de sus versos no sin matiz magistral: "el dolor no es el impacto, /es el residuo. La tristeza es un don". Por ello, al contrario que otro poeta ilicitano, Javier Cebrián se considera un poeta maldito, y regala su desdén hacia los aplausos del mundo: "que les den", pero en ese desdén se incluye a sí mismo: "que nos den". 
   Javier resucitó hace años ante sus amigos en renombrada ceremonia, pero su vuelo sigue siendo de buscador: "renacido de mis cenizas, pero jamás logré apropiarme de este tiempo". Que un poeta es un ser peleado con su tiempo ya lo dijo (más o menos) Chesterton hace un siglo, pero nadie es capaz de darnos la receta apropiada para superar tan envenenada bifurcación existencial. Cebrián nos aconseja una para salir del paso: "vive , solo vive. Sobrevive / por el solo hecho de vivir". Lo que, en el fondo, todos sospechamos es que esa solución -en principio provisional- se convierte con el tiempo en nuestra propia manera de existir, en nuestra propia manera de amar (o des-amar). 
   Uno puede quedar exaltado o herido después de leer este poemario. Pero ese canto o esa sangre derramada en los vericuetos más incautos de nuestra condición todavía nos puede señalar un camino

sábado, 26 de septiembre de 2020

EL COCINERO DE LO ÚLTIMOS DESEOS, Yojiro Takita

 

  ¿Es posible que los lejanos y esquinados japoneses nos sigan dando lecciones a los herederos occidentales de la sabiduría griega, romana y cristiana? Pues así es. Y me avergüenzo de ello, por el olvido e incluso el desprecio que supone lo que está haciendo nuestra cultura occidental: pisotear sus raíces, obcecada como está en ideologías victimistas y neomarxistas que, a la larga, empobrecen el debate y lo que simplifican, al reducir toda la riqueza de nuestra capacidad de pensar a dimensiones esquemáticas. 

  Kore Eda ya trata con gran sabiduría sobre el amor a la familia, en películas tan espléndidas como KisekiDe tal padre, tal hijo, o Nuestra hermana pequeña (¡por favor, no se pierdan esta última!). Aclaración: Kore Eda no es un obispo, es un director japonés actual de prestigio.

   Yojiro Takita trata en este film sobre el amor al trabajo. Un prestigioso cocinero piensa que solo pueden hacer buenos platos con efectividad, dedicación exclusiva y sin compartir con nadie sus conocimientos. Unas circunstancias muy especiales transforman su modo de pensar: al final, comprende que, para hacer un buen plato, es fundamental poner amor en lo que se hace. Además, el trasfondo histórico es la guerra chino japonesa de los años treinta, muy interesante y poco conocida. Cierto que se emborrona un poco, a mi parecer, con asuntos de espionaje: es el precio que hay que pagar al entretenimiento. 

   Este film -a mi parecer- no es el mejor que ha salido de Japón, y la idea está plasmada correctamente pero con algún bajón en el guion. Pero pienso que siempre quedará como muestra de que los japoneses, en muchos casos, pescan en aguas más profundas a la hora de querer indagar en la condición humana. Sobre todo, después de la patochada de Hollywood consistente en poner condiciones políticamente correctas a las películas concursantes. Para mí, es un claro botón de muestra de que Occidente se nos está muriendo. 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

MEMORIA DE LO INFINITO, Juan Lozano Felices


   «He pensado dar nombre / a lo que tercamente nos salva». Así inicia Juan Lozano Felices uno de los poemas de Memoria de lo infinito, cuarto libro del autor y prueba fehaciente de su madurez como escritor. 
   He comenzado por este verso porque me parece una clarividente declaración de intenciones alrededor de la cual orbita todo su quehacer poético y existencial. El creador-poeta solo tiene un propósito: dar nombre a lo que realmente le importa. Y lo que le importa es salvarse, como a todos, de la marejada que supone el hecho de existir. En esta búsqueda, el poeta se convierte en equilibrista: «un poema –nos dice– es comprender que amar es mantenernos a salvo donde cubre». Amar es mantenerse a flote, de algún modo, pero no con las velas desplegadas sino con el modesto flotador que el día a día nos procura. No pide demasiado y reconoce que «los más, vivimos / amándonos en minúscula».  Y corrobora: «en realidad, hay pocas cosas / que necesites para seguir de pie». Por eso, elogia la figura del escapista, pero no tanto porque huya de la realidad, sino por que huye de la imaginación. 
   No quiere ser un poeta maldito –lo afirma categórico en uno de sus poemas–. Con llevar a sus hijos al parque y jugar al tres en raya le basta, nos dice. Es más, en esa vida de «horario de oficina» encuentra la belleza. Por eso, aconseja «hablar con poca luz», «escribir en tono bajo», «vivir a contraluz de cualquier idealismo». Todo ello nos revela, no la pasividad fría del escéptico, sino la búsqueda ilusionada de toda la belleza posible que encontremos al alcance de la mano. 
   Como muy bien comenta José Luis Zerón en el iluminador análisis que prologa el libro, Juan Lozano es un poeta singular. No se le puede encuadrar dentro de la poesía de la experiencia ni tampoco es un novísimo. Nos muestra una forma de decir clara y despojada, a veces, anecdótica y circunstancial, pero al mismo tiempo autoexigente. Cada verso tiene su propio peso y su propia intención. Por decirlo coloquialmente, no da puntada sin hilo. Utiliza las palabras necesarias para decir lo que tiene que decir, y no sobra nada. 
   A pesar de su corta producción, se puede afirmar que Juan Lozano es autor consagrado con una voz muy personal y un pensamiento original, enraizado a su vez en la lectura atenta y reflexiva de los clásicos. 


miércoles, 9 de septiembre de 2020

LA PROFESORA DE HISTORIA, Marie Castille

  


 Una profesora de secundaria de una barriada parisina intenta involucrar a una clase especialmente conflictiva en un proyecto sobre los niños y los adolescentes en los campos de concentración nazis. El objetivo es presentar el trabajo a un concurso de ámbito nacional.

   No es fácil hacer una película sobre este tema tan manido: alumnos rebeldes salvados por profesor dinámico y redentor. La película pasa con nota, a mi parecer. En primer lugar, porque la docente es creíble, no es impecable, falla. En segundo lugar, porque las interpretaciones de los alumnos (igual que ocurrió con le película “La clase”), es magistral, a pesar de ser no profesionales, o quizá por eso.

   Pero no me parece una gran película, sino una cinta para ver en clase y plantearse una serie de reflexiones. Sobre todo, la capacidad transformativa que ha de tener la educación. Un alumno tiene que ser alguien distinto el último día de clase con respecto al primero: no solo una persona con más conocimientos, sino una persona mejor: más tolerante, más abierta, más implicada en los problemas del entorno, más sensible a las injusticias, más colaborativa. Y esa transformación se ve en la película. Ya sabemos que lo pasa ahí está un poco idealizado, que la realidad va por otro camino. Pero vivimos de ideales, y este tipo de relatos pueden dar ideas tanto a los profesores como a los propios alumnos. Yo, que me he dedico a ser profesor de Historia, me he visto interpelado y me ha servido para reflexionar sobre mi propia tarea. Si logra eso esta película, ya ha logrado mucho.

   Como contrapunto, dos aspectos que me han gustado menos y que tocan al planteamiento de fondo. La película se contagia del laicismo radical instalado en Francia como parte de su ser nación. La religión se ve como algo siempre sospechoso, o simplemente no se ve. A mí me parece que la religión es algo necesario si queremos vivir esos valores tan importantes. “Usted tiene un velo en la mente”, se dice al principio de la película. Por otra parte, la profesora logra emocionar a unos alumnos conflictivos y desmotivados, y que se impliquen al denunciar las injusticias, pero si no se tiene una visión más general y más amplia de la Historia es posible que ese juicio esté desenfocado. Se puede estar emocionado y equivocado al mismo tiempo. La verdad no sólo reside en no contar cosas falsas, sino en contarlo todo. No queda claro si lo alumnos saben lo que es el Gulag, qué pasó en Armenia, por qué se murieron de hambre en Ucrania, quién Pol pot, o, por no irse del país, qué les pasó a los campesinos de la Vendée.

   Con todo, me parece, ya digo, una película muy válida, que puede dar lugar a esta y múltiples debates.

lunes, 31 de agosto de 2020

TERRA ALTA, Javier Cercas

   


   La Terra Alta es una comarca del sur de Cataluña, con capital en Gandesa. Un sitio de pasado tremendo (la Batalla del Ebro, 1938), pero muy apacible actualmente. De repente, hay un terrible crimen, y ahí aparece el policía Néstor para resolverlo entre otros. Pero Néstor tiene también su pasado, una historia oscura que está obligado de alguna manera a redimir. Esta novela mereció el premio Planeta 2019. Cercas no solo plantea la resolución de un caso, sino que también propone profundos dilemas humanos, y ambienta los diferentes tiempos del relato en circunstancias históricas de la Cataluña reciente y pasada.   
     
  Como es costumbre en este autor, hay un telón de fondo literario, basado esta vez en la novela Los miserables, de Víctor Hugo. El autor combina con maestría todos estos elementos, resultando una ficción entretenida, bien escrita y que deja al lector una serie de reflexiones interesantes, como la contraposición entre lo que se debe hacer en conciencia y la obligación estricta de la Ley (derecho natural y derecho formal).

   Los diálogos están construidos de manera no artificiosa, suenan a auténticos, y la trama criminal es creíble (concedo que a alguno le pueda parecer demasiado forzada). En realidad, este premio es concedido a autores ya consagrados, como un definitivo espaldarazo, por decirlo así. Y Javier Cercas lo es. Salió a la palestra con Soldados de Salamina, ya tiene un buen puñado de libros, que se venden y se leen muy bien (algunos de ellos han sido llevados al cine). Cuando estuvo en Elche, nos confesó que es uno de los pocos que puede decir que vive de la literatura. Y la verdad que se lo ha currado. Buena novela, en suma, de un autor que sigue creciendo.

domingo, 23 de agosto de 2020

CORAZÓN INQUIETO. Luis de Wohl

   Agustín de Hipona constituye sin duda un referente obligado para entender la Civilización Occidental. Nacido en Tagaste (actual Argelia) en 375, t muerto en Hipona (también Argelia) en 430 d. C., durante el sitio de los vándalos a esa ciudad, su figura adquiere un valor por sí misma por su carácter de encrucijada: entre Europa y África, entre el mundo antiguo y el mundo medieval, entre lo romano y lo bárbaro y, finalmente, entre lo pagano y los cristiano. 

   Y es que San Agustín fue ante todo un modelo de intelectual, un buscador nato, un inquieto que no paró hasta encontrar la verdad. La diferencia con muchos intelectuales actuales es que creía en la Verdad, y al final, la encontró. Formación en el Cristianismo de una madre devota (Mónica), en su adolescencia lo rechazó como un conjunto de supercherías. Joven brillante y de buen porte, de grandes cualidades humanas, intelectuales y oratorias. Se juntó con su esclava Menania, y tuvo un hijo siendo muy joven, llamado Adeodato. Creyó encontrar en la doctrina maniquea la verdad y la paz en su vida, pero en el fondo seguía con inquietud. Siguió buscando en el neoplatonismo de Plotino, y al final descubrió el Cristianismo católico (ya por aquel entonces, tenían gran pujanza el arrianismo, el donatismo y otras corrientes cristianas que diferían en algún punto fundamental con la doctrina católica) y se sintió iluminado por su doctrina y subyugado por el amor a Cristo. A partir, de ahí es ordenado sacerdote y obispo de Hipona, y comienza a desarrollar una doctrina sin precedentes, y un defensa de la Fe cristiana contra el paganismo y con las las llamadas herejías. Es de destacar su monumental obra La Ciudad de Dios, en a que elabora una teoría de le Historia que intenta demostrar que el Cristianismo no es la causa de la decadencia, sino la salvación del mundo antiguo. 

   Luis de Wohl relata todo ello con entretenimiento. No tiene gran calidad, pero para aquellos jóvenes que no se atreven con las confesiones, es un buen aperitivo. en mi caso, es el típico libro que tenía pendiente, y un día lo encontré perdido en un armario, y me lo he leído casi de corrido. Lo recomendaré a jóvenes, eso sí, con la promesa de que en el futuro se atrevan con las confesiones. 

martes, 4 de agosto de 2020

LA LEGIÓN PERDIDA, Santiago Posteguillo

 Y, por fin, la última entrega de Trajano. Posteguillo se supera en esta entrega definitiva. Es un reto, ya que el relato tiene su complejidad. Se desarrolla en dos siglos distintos (I a. C. y II d. C.). Y en cincos imperios diferentes: Roma, Partia, La India, China y lo hunos que andan por ahí. Además, entrelaza seis historias diferentes. (o más). Pues don Santiago consigue un relato muy bien ambientado, y en el que no te pierdes demasiado, a pesar de que esos imperios cada uno los llama a su manera. Por ejemplo, Roma para los chinos es Da Quin. El autor te mantiene en vilo las mil y pico páginas. Es muy entretenido, y, como siempre, muy documentado. Aprendes cantidad de cosas y entiendes más en mundo romano. Se me ocurre decir, por ejemplo, que la legión perdida de Craso fue como Vietnam para los americanos: una auténtico trauma. Pero Trajano logra superar esos miedos. 
   Algún punto que no veo claro. Adriano queda bastante mal en esta trilogía. Era así en verdad. doña Margarita Yourcenar no sé si estaría muy contenta. en lo cristiano, San Ignacio de Antioquía queda como fanático a los ojos de los romanos. Quizá lo fuera desde su punto de vista, y la imagen que da de él lo revela. Sin embargo, sus siete cartas de la cautividad no parecen las de un fanático. 
   En fin, que me he entretenido mucho, que te sirve para desconectar y, para los gustosos del pasado, un placer añadido. 

lunes, 27 de julio de 2020

LOS MISERABLES, Ladj Ly


  Stephan, un agente parisino, es destinado a una cuadrilla de policía de barrio. Sus nuevos compañeros son policías experimentados en el ambiente enrarecido de esos barios; donde abundan entre inmigrantes no asimilados y jóvenes descontrolados. Stephan no puede aprobar los expeditivos métodos de esos policías. Una buena película en la que el director nos recuerda que en París no todo es glamour.
   Toda la acción pasa a un ritmo cada vez más creciente, que se va complicando a partir del robo de un cachorro de león. Pero lo más interesante es el debate que suscita. Y ahí vamos.
Para prevenir la violencia, ¿basta con practicar la violencia? ¿O  es verdad el antiguo adagio cristiano: el mal no se puede combatir con el mal. Eso que tan claro vemos en teoría, es difícil verlo en la práctica. A todos nos pide el cuerpo, cuando vemos actos violentos, combatirlos duramente, como se corta un flor venenosa. Proclamamos la solución de la cárcel, si puede ser, permanente. Pero los hombres no somos flores que se se puedan cortar. Cada uno somos, siguiendo al cristianismo, hijos de Dios. el único medio para sanar la violencia social es la educación. Es más costoso y se tardan de ver sus frutos. Pero es el mejor. A veces, únicamente nos falta paciencia. 
   He aquí unas reflexiones a vuelapluma que me ha suscitado esta película. Es ideal para verla en clase con alumnos (en ese sentido, es en la misma linea de "la Ola"). Además, es francesa, y a mí por lo menos, el cine francés me chifla (casi tanto como el japonés). 

sábado, 11 de julio de 2020

ALEGRIA, Manuel Vilas

   Después de su éxito con Ordesa, Manuel Vilas nos ofrece una segunda entrega de su biografía novelada. Cuando estuvo aquí en Elche nos dijo que no podía escribir otra cosa que de sí mismo. Después del éxito de su anterior novela, Manuel viaja por distintos lugares de España para presentarla, y además viaja a América por otras circunstancias. 
 Incide en su estilo intimista y minimalista. Añora a sus padres, que ya han fallecido, añora a sus hijos, que ya han volado del nido, y manifiesta su amor a su segunda mujer, ya que se ha divorciado de la primera. En realidad, no tiene un argumento claro, sino que se trata de una serie de consideraciones muy bien escritas, y muchas veces a partir de los detalles más nimios: unos zapatos nuevos, la visión de un paisaje, un comentario de un lector... A partir de ahí reflexiona sobre su pasado y sobre su condición como hijo, como padre, como marido, es decir, como hombre. La conclusión, si es que hay que sacar alguna, es que la vida hay que vivirla como viene, hay que gozar con la alegría presente, y buscar las belleza en los que no depara en cada esquina. En cuanto al aspecto religioso, se declara agnóstico, aunque le gustaría creer, tener fe en algo sobrenatural. 
  Por otra parte, la falta de argumento hace de su lectura a veces un poco pesada, porque no termina de pasar nada, pero la sabiduría de su reflexiones y la calidad literaria con que están expuestas compensa con creces la presunta monotonía de este espléndido relato, por el que ha sido finalista del premio Planeta. 

viernes, 3 de julio de 2020

SIDI, Arturo Pérez Reverte

 
 Con su estilo habitual, Pérez Reverte relata algunas hazañas de Ruy Díaz de Vivar. Un guerrero sin patria ni rey: solo unos hombres rudos y absolutamente fieles, que se mueve en u territorio fronterizo donde no llega ley alguna ni jurisdicción clara. Es decir, un cow boy del siglo XI que, por supuesto, hizo furor entre los que sabían leer y entre los que escuchaban sus aventuras. 
  Los diálogos son castellanos: sobrios, concisos  y claros. Con una mirada se entienden perfectamente Ruy y los suyos. El rico vocabulario que emplea (a veces, palabras castellanas en desuso pero no por ello menos bellas en su dicción), harán disfrutar a los que gozan con la buena lectura. 
 Las batallas están perfectamente descritas, con gran maestría. El autor te introduce en la refriega y hace que te duelan más las muertes. 
   Joaquín Costa prometió "siete llaves al sepulcro de Cid", pero algunos no sabemos por qué hemos de olvidarnos y avergonzarnos de nuestros héroes. Prototipo del individualismo hispano, el Cid nos ha marcado quiéranlo o no como pueblo, y es gratificante que Reverte le dedique un homenaje en esta estupenda novela histórica. 

miércoles, 24 de junio de 2020

ROBAR, MATAR Y DESTRUIR, José Antonio Corrales


   En abril de 2005, un macabro suceso conmocionó a la ciudad de Elche. Tengo clavadas en el recuerdo las caras de mis compañeros de trabajo al leer detalles de la noticia en el diario Información. Y es que la repulsa frente a la violencia doméstica deja paso al horror cuando aparecen ataúdes blancos.
   Este suceso –en forma novelada pero muy fiel a los hechos– es lo que narra José Antonio Corrales, inspector de la policía local de la ciudad, licenciado en Derecho y Criminología, y unos de los primeros que visitó la escena del crimen. Relata (obviamente, con los nombres y algunas circunstancias cambiadas) las peripecias del asesino desde la tarde anterior al suceso hasta el momento de su detención, a la mañana siguiente, y su juicio, dos años después. Corrales se basa en hechos reales, vividos en primera persona, para construir una impactante novela negra que producirá en el lector, según el caso, miedo, turbación, asco, escarnio, dolor, rechazo, ternura... Todo, menos indiferencia.
   ¿Cómo un albañil que trabajaba en la obra con su compañero, sin otro proyecto ese día que terminar ese día el curro y volver a descansar a casa con su mujer y sus dos pequeños, pudo cometer esa misma noche tamaña atrocidad? En mi opinión, esa es la pregunta que atraviesa todo el relato. Una cosa está clara: Corrales sabe de lo que habla, conoce bien ese mundo, y nos aporta algunas de las claves durante la extravagante odisea del protagonista.
   Gran lector y aficionado a la novela negra (lleva en la radio un programa sobre el tema), se ha convertido en pocos años en un solvente escritor. En este blog, ya he comentado su libro de relatos Te cambio mi vida (Frutos del Tiempo, 2019), y tiene otra novela preparada. Por Robar, matar y destruir, ha recibido el premio “A Sangre Fría” convocado por la editorial Ápeiron en su cuarta edición, y publicado en esta misma editorial.
   La técnica es realista, pulida, exacta en sus conceptos y adjetivos, con ritmo narrativo constante que no decae en ningún momento y basada a todas luces en las técnicas del cine, al que también es un gran aficionado este polifacético escritor. Es de admirar, por ejemplo, la habilidad con la que compone las diversas tramas en discontinuidad cronológica, sin que se rompa la trama. Particularmente, me ha gustado especialmente el relato del funeral en la capilla del Tanatorio, donde las grandes consideraciones se salpican de detalles que te hacen seguir en la emocionante y tensa ceremonia como un fiel más. O el proceso judicial, en el que las palabras, actitudes y pensamientos de los diversos participantes colocan al lector en primera línea.
   Con todo lo dicho, me parece a mí que asistimos a la asunción de un potente escritor de gran personalidad, que va a meter la cabeza –si no la tiene metida ya– en el panorama de la novela negra española.

viernes, 5 de junio de 2020

DE PROFUNDIS, Oscar Wilde

 
 En 1891, Oscar Wilde conoció a Alfred Douglas, Bosie, un joven con el que entabló una íntima amistad. En ese tiempo, Wilde era un escritor respetadísimo, sus libros se vendían como rosquillas, e influía en la estética y en el pensmiento de muchas personas. Era aplaudido, admirado, leído. Pero resulta que el padre de Bosie, que siempre fue un niño mal criado que se aprovechó de su protector, denunció a Oscar Wilde por relaciones escandalosas. El escritor fue juzgado y condenado a la cárcel de Reading. Sus obras se quitaron del mercado, sus representaciones fueron suspendidas, los que le alababan, le acabaron ignorando. Solo, ninguneado y enfermo y encarcelado. 
   Entonces, despechado, le escribe a Bosie una carta desde la cárcel: esa carta es De Profundis. No entiende que el hombre que más ha amado en esta tierra le haya destruido. Leyendo ese delicadísimo reproche, uno contempla el alma cándida, pura, sin tapujos de Oscar Wilde, su amor por la belleza y por la armonía. Esa alma blanca no vio que la destrucción llamaba a su puerta. Pero le da igual: ha amado, que es lo importante, ha tenido rectitud, ha hecho lo que creía que era correcto, y eso es bello, y vivimos para la belleza. 
   Pulchrum y Bonum van de la mano. Los hombres estamos destinados a la belleza, por otro nombre, bondad. Si hemos amado de verdad,  hemos intentado ser buenos, nos tiene que dar igual lo que piensen los demás, la fama y el prestigio. ¿Por qué no nos acabamos de dar cuenta? 
   Quizá el padre de Bosie quiso destruir a Oscar Wilde, pero en su destrucción nos regaló su más preciada joya literaria. 

miércoles, 6 de mayo de 2020

LLUVIA FINA, Luis Landero

   Tras muchos meses sin hablarse, Gabriel decide convocar una reunión familiar con sus hermanas, con motivo del ochenta cumpleaños de su madre, y de esta manera poder superar sus desencuentros pasados. Aurora, su mujer, trata de disuadirle, porque sabe que los demonios antiguos son difíciles de conjurar, y teme que se acrecienten. 
   A base de llamadas telefónicas, Luis Landero nos cuenta la historia de esa familia con su maestría habitual. Las conversaciones surgen naturales y dejan traslucir los complicados pliegues del alma humana, siempre entrampada entre el victimismo, la envidia, los resquemores o las heridas que no acaban de suturar. 
   Luis Landero es un maestro del relato, uno de los mejores prosista de la lengua castellana vivos. Sus protagonistas, ya desde Juegos de la edad tardía (la novela que la aupó a la fama) son antihéroes, náufragos que intentan sobrevivir en un mar que en realidad es ellos mismos. Tiene una visión bastante pesimista del ser humano, y la cosa no suele acabar bien. No hay redención ni corrección del camino. Por eso, sus novelas dejan un poso algo amargo. Solo hay una, El balcón en invierno, que es una autobiografía, excelente como todas, pero con una visión de la vida más alegre y optimista. 
   En realidad, Lluvia fina es la historia de una familia, pero creo que tiene pasajes demasiado escabrosos y poco creíbles, como la horrible condición final de Horacio, o el papel demasiado histriónico de la madre. 
   En fin, con todo, es un autor imprescindible en el panorama actual español. Quien no haya leído Juegos de la edad tardía, debería hacerlo. Pero yo recomiendo comenzar por El Balcón en inverno.  

lunes, 6 de abril de 2020

¡¡Once años lloviendo conmigo!!



 Estamos en medio de una terrible pandemia que está asolando el planeta. Millones de personas permanecemos confinados en nuestras casas. En medio de tanta soledad, hay un pequeño blog que intenta sobrevivir, y que hoy cumple ni más ni menos que once años. Como veis, este modesto blog lleva bastante tiempo parado. Y yo necesitaba unos días de tranquilidad y asueto para reflexionar sobre el sentido del blog y provocar ciertos replanteamientos. Pues bien, el obligado confinamiento ha sido una oportunidad única. 
En primer lugar, quiero desear a todos los sufrientes de esta crisis su pronta recuperación. Me gusta la literatura, pero nunca seré un literato cerrado al mundo y a los problemas del mundo. 
   Pienso que el éxito de un blog es tener claros los objetivos que persigue y no difuminarse. He pensado por ello ceñir el blog a la crítica literaria, y hacerla un poco más seria y profesional. Me gusta leer. Dentro del tiempo disponible leeré libros que me resulten interesantes, y haré una crítica de esos libros, por si a alguien le ayuda, y también para que su reflexión sobre ellos me sirva a mí para sacar mayor jugo a lo que leo. Por supuesto, no escogeré solo autores y obras consagradas, sino también seleccionados de esa abundante  clase media que existe en España, conocidos o desconocidos por mí, que bien se merecen un comentario. Hay muchos escritos que no son mediáticos, pero que están muy bien. 
   He pasado a borrador muchas entradas antiguas. He reducido las etiquetas para que sea todo más claro, y pienso dar a cada entrada toda la difusión posible. En efecto, las críticas estarán algo más trabajadas y estructuradas, pero siempre procuraré que no sean muy extensas.  
   En fin, una nueva etapa que espero que sea tan fructífera como las anteriores. 

jueves, 20 de febrero de 2020

1917, Sam Mendes


   En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos soldados británicos reciben un misión temeraria. Tiene que cruzar el frente enemigo para llevar un mensaje a los suyos que evite un ataque mortífero y la muerte segura de muchos de sus compatriotas, entre ellos, el hermano del protagonista. 
   La historia es sencilla, lo importante de ese film es cómo está contada. La cámara va siguiendo continuamente de cerca a los personajes, de tal manera que el espectador entra dentro de la trinchera y... sale cuando es el momento de salir. Te da la impresión de que toda la película está grabada en un mismo plano. Por ello, es una cinta apasionante, sin cortes aparentes, sin bajones de ritmo, aunque la historia sea algo lineal. 
   Mendes hace un homenaje a Kubrik y su travelling de trinchera, pero lo que nos ofrece este director es algo mucho más difícil y le sale con una naturalidad pasmosa. La cámara acompaña a los dos asustados soldados a los que han encargado esa misión casi imposible, que el cine se encargará de hacer posible, en este caso, con una brillantez inusual. 
Este film será muy apto para pasarlo en una clase de Historia Contemporánea. Los alumnos se harán una idea cabal de cómo fue la Primera Guerra Mundial. Además, transmite valores tales como la solidaridad, la fidelidad a una misión, la perseverancia hasta el final, la superación del miedo y la valentía para superar de las dificultades.