jueves, 17 de junio de 2021

LA ESTIRPE, Eduaro Boix

 


    

   La primera dificultad que he tenido al comentar este libro es colocarle una etiqueta en el blog. Es difícil de catalogar. Está a medio camino entre la autobiografía, la narración de hechos, o el ensayo. El prolífico autor ilicitano indaga sobre el mal. Tanto sobre el mal padecido (Primo Levi, Reinaldo), como sobre el mal realizado a distintos niveles. Imposturas (Óscar Morales, Paco Sanz). O execrables  crímenes (Anglés, Barreda, Romand). He leído este libro cuando los medios de todo el país nos informaban sobre la terrible noticia de las niñas asesinadas en Tenerife. Quizá por ello, su lectura me ha impresionado doblemente. 

 Eduardo Boix combina estos relatos con recuerdos autobiográficos de su familia. A partir de ahí, nos ofrece una serie de reflexiones sobre la naturaleza del mal. Es algo que alguna vez todos nos hemos preguntado: ¿cómo es posible lo que le hicieron a Primo Levi, o lo que hizo Anglés? 

   Parece que la sociedad evoluciona, se desarrolla, los derechos están más garantizados, pero el mal sigue ahí. El autor se cura en salud para no darnos una respuesta definitiva y clara, quizá entre otras cosas porque no la haya. Pero desde mi punto de vista acierta cuando afirma que todos llevamos un pequeño monstruo dentro. Se trata, digo yo, del famoso fomes pecati del que hablaban los moralistas cristianos: la inclinación al mal. Por ello, no conviene alimentar ese animal peludo demasiado, no hay más remedio que tenerlo a raya. Y una buena forma de hacerlo es argumentar su existencia. 

   Hay gente que no aguanta las novelas demasiados negras y los relatos con morbo (Eduardo nunca se recrea en él). Yo estimo que este tipo de literatura es necesaria, porque te enfrenta a la realidad aunque sea desagradable, y te ayuda a buscar una solución (nunca definitiva) a partir de tu interior.  


domingo, 13 de junio de 2021

MATRIA, Raquel Lanseros


 

 "Escribir es cuestión de amor". Nos lo dejó claro la autora de este poemario cuando estuvo por tierras ilicitanas. Amor a los libros, amor a las personas, amor a las cosas, a la vida que nos ha tocado vivir, amor en fin al lenguaje. Y Raquel Lanseros es una enamorada. ¿Se puede ser poeta sin estarlo, o sin haberlo experimentado alguna vez en la vida? Es posible que no.

  Además, Raquel Lanseros es una maestra del lenguaje y maneja las palabras con tal cuidado, que las convierte en necesarias. Se ve a la legua que estudia cada sílaba, cada vocablo, cada expresión, cada verso. Nada falta, nada sobra. Hay mucha reflexión, hay mucho trabajo detrás para lograr la máxima sencillez y brevedad. Hay versos que son un mundo, y mundos que son un verso. Pero no un cúmulo de pensamientos e imágenes más o menos interesantes. Cada poema tiene una unidad, un sólo mensaje, acaba y empieza en él mismo, en ella misma. Raquel reconoce que, cada vez que escribe un poema, nace de nuevo.

   En Matria hace un recorrido  por las grandes manifestaciones que componen el GPS de la existencia humana: amor, muerte, tiempo, fraternidad, justicia, poesía misma... El título lo dice todo. Invoca un territorio, el nuestro. Una Patria que es vientre, que nos acoge. Y en último término, es un homenaje a esa obra de arte en que consiste el Universo entero: cómo me gustaría estrechar la mano de aquel que sujeta el pincel. No se puede decir más en menos palabras. 

   En resumen, Matria es un homenaje a la existencia, al mundo que se se nos ofrece, al camino que hemos de recorrer. A los que nos ha dejado y a los esperan nacer. Un abrazo que acoge tierras y seres distantes con todo el amor y la belleza que puede (que es mucha).