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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

lunes, 27 de julio de 2020

LOS MISERABLES, Ladj Ly


  Stephan, un agente parisino, es destinado a una cuadrilla de policía de barrio. Sus nuevos compañeros son policías experimentados en el ambiente enrarecido de esos barios; donde abundan entre inmigrantes no asimilados y jóvenes descontrolados. Stephan no puede aprobar los expeditivos métodos de esos policías. Una buena película en la que el director nos recuerda que en París no todo es glamour.
   Toda la acción pasa a un ritmo cada vez más creciente, que se va complicando a partir del robo de un cachorro de león. Pero lo más interesante es el debate que suscita. Y ahí vamos.
Para prevenir la violencia, ¿basta con practicar la violencia? ¿O  es verdad el antiguo adagio cristiano: el mal no se puede combatir con el mal. Eso que tan claro vemos en teoría, es difícil verlo en la práctica. A todos nos pide el cuerpo, cuando vemos actos violentos, combatirlos duramente, como se corta un flor venenosa. Proclamamos la solución de la cárcel, si puede ser, permanente. Pero los hombres no somos flores que se se puedan cortar. Cada uno somos, siguiendo al cristianismo, hijos de Dios. el único medio para sanar la violencia social es la educación. Es más costoso y se tardan de ver sus frutos. Pero es el mejor. A veces, únicamente nos falta paciencia. 
   He aquí unas reflexiones a vuelapluma que me ha suscitado esta película. Es ideal para verla en clase con alumnos (en ese sentido, es en la misma linea de "la Ola"). Además, es francesa, y a mí por lo menos, el cine francés me chifla (casi tanto como el japonés). 

sábado, 11 de julio de 2020

ALEGRIA, Manuel Vilas

   Después de su éxito con Ordesa, Manuel Vilas nos ofrece una segunda entrega de su biografía novelada. Cuando estuvo aquí en Elche nos dijo que no podía escribir otra cosa que de sí mismo. Después del éxito de su anterior novela, Manuel viaja por distintos lugares de España para presentarla, y además viaja a América por otras circunstancias. 
 Incide en su estilo intimista y minimalista. Añora a sus padres, que ya han fallecido, añora a sus hijos, que ya han volado del nido, y manifiesta su amor a su segunda mujer, ya que se ha divorciado de la primera. En realidad, no tiene un argumento claro, sino que se trata de una serie de consideraciones muy bien escritas, y muchas veces a partir de los detalles más nimios: unos zapatos nuevos, la visión de un paisaje, un comentario de un lector... A partir de ahí reflexiona sobre su pasado y sobre su condición como hijo, como padre, como marido, es decir, como hombre. La conclusión, si es que hay que sacar alguna, es que la vida hay que vivirla como viene, hay que gozar con la alegría presente, y buscar las belleza en los que no depara en cada esquina. En cuanto al aspecto religioso, se declara agnóstico, aunque le gustaría creer, tener fe en algo sobrenatural. 
  Por otra parte, la falta de argumento hace de su lectura a veces un poco pesada, porque no termina de pasar nada, pero la sabiduría de su reflexiones y la calidad literaria con que están expuestas compensa con creces la presunta monotonía de este espléndido relato, por el que ha sido finalista del premio Planeta. 

viernes, 3 de julio de 2020

SIDI, Arturo Pérez Reverte

 
 Con su estilo habitual, Pérez Reverte relata algunas hazañas de Ruy Díaz de Vivar. Un guerrero sin patria ni rey: solo unos hombres rudos y absolutamente fieles, que se mueve en u territorio fronterizo donde no llega ley alguna ni jurisdicción clara. Es decir, un cow boy del siglo XI que, por supuesto, hizo furor entre los que sabían leer y entre los que escuchaban sus aventuras. 
  Los diálogos son castellanos: sobrios, concisos  y claros. Con una mirada se entienden perfectamente Ruy y los suyos. El rico vocabulario que emplea (a veces, palabras castellanas en desuso pero no por ello menos bellas en su dicción), harán disfrutar a los que gozan con la buena lectura. 
 Las batallas están perfectamente descritas, con gran maestría. El autor te introduce en la refriega y hace que te duelan más las muertes. 
   Joaquín Costa prometió "siete llaves al sepulcro de Cid", pero algunos no sabemos por qué hemos de olvidarnos y avergonzarnos de nuestros héroes. Prototipo del individualismo hispano, el Cid nos ha marcado quiéranlo o no como pueblo, y es gratificante que Reverte le dedique un homenaje en esta estupenda novela histórica.