Este libro de la poeta madrileña Ernestina de Champourcin me vino como complemento de la magnífica antología de Ferris Las mujeres del 27. Quise saber un poco más sobre alguna de estas autoras, y descubrí este pequeño ensayo.
No vamos a hablar de la azarosa vida de Ernestina: de su republicanismo, de su contacto con los y las poetas del 27, de su largo exilio. Es quizá una de las mujeres de más activas y presentes en el mundo poético de su tiempo, íntima de Juan Ramón y de Zenobia, con una personalidad propia que trascendió a su propio marido Juan José Domenchina, el secretario de Manuel Azaña.
Este libro en concreto trata, sobre todo, de la particular via mística de al autora, que buscó y encontró el Amor de Dios en medio de sus tareas ordinarias, obligaciones y afanes. Ernestina conoció el Opus Dei durante su exilio México y emprendió ese camino vocacional: la búsqueda de una amistad con Dios que le una más aún a los hombres, en medio de los quehaceres cotidianos. Y de ello tratan estos poemas, que fueron cruciales en su vida, y que asombran por su sinceridad y potencia verbal. Beatriz Comella, historiadora, profesora de la UNED, analiza en este libro la obra religiosa de Ernestina y nos ofrece una cuidad selección.
Con todo, para tener una visión más amplia de su evolución, recomiendo la reciente obra de Ferris que cité al principio. Leyendo este análisis, uno se da cuenta de lo mucho que debemos a las mujeres poetas de aquella edad de Plata.