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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

domingo, 17 de diciembre de 2017

CARTAS DE PAPÁ NOEL, J. R. R. Tolkien


 De casualidad, y por medio de Alejandro, un inquieto lector de 16 años, he dado en Internet con este… regalo de navidad. Tolkien tuvo cuatro hijos. En 1920, John, el primogénito, le preguntó con tres añitos quién era ese Papa Noel. El genial padre leresondió a su más puro estilo: John recibió una carta directa de Papá Noel con mano temblorosa desde el Polo Norte. 
   La tradición se consolidó y todas las navidades, los pequeños Tolkien fueron recibiendo su carta de papa Noel desde el Polo Norte. La costumbre temina en 1943, año en que la benjamina, Priscilla, deja de ser ya una niña. En total, por tanto, son 23 maravillosas cartas, en donde papa Noel da cuenta a sus beneficiarios de sus alegrías, disgustos, dificultades y aventuras de todo tipo para que los regalos de todos los niños estén preparados para nochebuena.
  Claro que Papa Noel no está solo. Por ahí pasan su ayudante, el Oso Polar, los sobrinos oseznos, Ibereth, el elfo secretario, y muchos trasgos malos y caprichosos. Es decir el mundo tolkeniano puesto al servicio de sus hijos y de todos los niños que quieran disfrutar de su lectura. Una auténtica delicia, en definitiva.
   La últimas cartas, a partir de 1939, son particularmente interesantes, porque revelan las dificultades máximas que tiene Papa Noel para llevar regalos a tantos niños desamparados en Inglaterra. La guerra mundial en el trasfondo, y un esfuerzo de Tolkien por suavizar los horrores del conflicto a sus hijos.
   Estas cartas no están publicadas, pero se pueden conseguir por Internet. Ya digo, Tolkien en estado puro, y una buena oportunidad para revitalizar nuestro espíritu navideño, sacando muy de dentro el niño que cada uno somos.

jueves, 7 de diciembre de 2017

CUENTO DE NAVIDAD, Charle Dickens


 Estaba en deuda con este cuento. La transformación de un viejo avaro que veía la navidad como una “paparrucha”, una “tontería”, un “sacadineros”. Y es una transformación a lo Hamlet, con fantasma y todo. La diferencia: Hamlet se desespera y “lía parda”. Scroog, nuestro anciano gruñón (que más bien produce compasión que odio) se transforma, se convierte. 
   Porque la navidad es cristiana, y la médula del cristianismo es la conversión. Pero claro, el pobre necesita la aparición, no de uno, sino de hasta cuatro espíritus que le muestran su pasado, su presente y su posible futuro. Pero el futuro en el fondo no está escrito: siempre se puede cambiar: he aquí la raíz de la verdadera esperanza y del optimismo. Por muy ruin que haya sido nuestra vida, siempre podemos cambiarla. Nuestra libertad no está totalmente determinada por nuestras circunstancias o por el peso de nuestros errores. 
  "Cuento de Navidad" fue escrito en 1843. En 1841, Alberto, príncipe alemán, se casó con la nueva reina, Victoria, que marcará como se sabe una época en Gran Bretaña. Durante la revolución industrial anterior, mucha gente emigró a las ciudades, perdiendo sus tradiciones. El capitalismo fomentaba el individualismo y la fría competitividad. En la época victoriana, comienza a haber en Inglaterra una añoranza de las tradiciones navideñas perdidas, y Alberto trajo de Alemania los villancicos y los árboles de navidad.

   Este es el contexto histórico en el que hay que situar este breve relato en el que Charles Dickens, con su pluma invencible a los tiempos, nos puede preparar interiormente para las fiestas que se acercan.