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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

sábado, 22 de junio de 2019

UNA HISTORIA DE ESPAÑA, Arturo Pérez Reverte

   
   Érase una vez que, en un territorio llamado Hispania, vivían una serie de tribus íberas y celtíberas, cada cual más bestia, cruel y sin escrúpulos, que se dedicaban todo el día a armar camorra, a pelearse entre sí, a robar, violar y pasar a cuchillo al vecino. 
   Y, más o menos así hemos vivido en este desgraciado país llamado España (que es un país muy bonito si quitamos a los españoles), dándonos matarile unos a otros, robando cada uno lo que pueda, y cagándola cuando existía la más mínima oportunidad de que el asunto se arreglase. Llegamos a tener un gran imperio, pero lo mandamos todo a tomar pol culo, por nuestra incompetencia, corrupción y bajura de miras. Mientras tanto, fuimos a América, nos cargamos a los indios, y nos trajimos todo el oro para emplearlo en batallas en aras a la defensa y expansión de nuestro imperio, que al final se fue al carajo. 
  Y hay que decirlo. Hubo alguna oportunidad de regeneración en todos estos siglos, incluso español con buenas intenciones. Pero, ¡ay!, ahí estaba la Iglesia Católica con sus obispos y curas infames, carcas, hipócritas, etc, etc, etc,  para cortar por lo sano el progreso y las posibilidades de justicia, igualdad y libertad en este país. 
   No es de extrañar que cuando hubo de verdad esa posibilidad de avance en la libertades y en la democracia -la Segunda República Española- la cosa acabara en un desparrame descomunal. Militares crueles, curas fanáticos, anarquistas analfabetos, políticos corruptos, obreros matones, patronos sin escrúpulos, todos, juntos o puteándonos unos a otros, tuvimos la culpa de lo que ocurrió en los años 30. 
   Y, ahora, cuando ya llevamos unos años de democracia, seguro que nos cargamos otra ves el país con tanto político aprovechado, tanto nacionalista que solo mira lo suyo, tanto cargo que mete mano donde puede y tanto paria que no ha leído ni un libro. Y es que, señores, los españoles somos así. ¡Qué remedio!

   He intentado hacer un resumen después de haber sobrevivido a esta Historia de España, que lleva ya un montón de ediciones. 
   A ver, para echar unas risas sirve, y he de decir, en honor a Pérez Reverte, que me he desconjonado de lo lindo (perdonen el estilo, pero uno ya se contagia), y que además es un relato que entiende todo el mundo, el tipo de la calle sin mucha idea de Historia, incluso aquel que no ha leído nunca libro (y esperemos que no sea el último). Pero hemos de tener en cuenta -ahora, en serio- que cuando uno hace Historia, entra en reino del matiz, del color gris (donde casi nada es blanco o negro, y la razón suele estar bastante repartida). Eso es lo difícil: hacer que un relato histórico sea a la vez claro, justo y equilibrado, y divulgativo, intentando no hacer juicios demasiado categóricos, y no cayendo en el tópico (o en el antitópico). 
   Utilizando el estilo Reverte, está chupado escribir una Historia de España, y la prueba de su éxito nos la proporciona el mismo Reverte: quizá en España siga abundando en buena medida el analfabeto funcional, que se conforma con cuatro clichés. 
   Pero bueno, yo creo que uno tiene derecho a pasárselo bien leyendo este desenfadado ensayo de nuestro gran Arturo (reconozco que espero el domingo y sus artículos). Pero me atrevería aconsejar al lector de Una Historia de España, que aplique el consiguiente coeficiente de reducción a todas las machadas que ahí aparecen. Creo que hasta el mismo autor, en el fondo, estaría de acuerdo con este último aserto. 

jueves, 20 de junio de 2019

LEER DESPUÉS DE QUEMAR, Rafael Soler

   Olé libros acierta con esta antología del  poeta valenciano Rafael Soler. Se trata de una antología vital, elaborada con acierto por Lucía Comba. 
   Dos méritos , a mi parecer, tiene. Por una parte, dividir en capítulos desde la infancia hasta el presente del que escribe. Por otra, los títulos, tanto de los capítulos como los de cada poema, sirven en caliente el plato que vas a degustar. Y es que este menú lírico-existencial va desde su más tierna infancia, pasando por la experiencia amorosa, la madurez y la temporalidad humana, la reflexión sobre Dios, y el apunte final. 
   A través de una fina ironía, un verso limpio -bien medido y bien hallado-, y una original puesta en escena de las preguntas (habitualmente sin respuesta) que todos nos planteamos, Rafael no duda en presentarnos sin rubor trazos de su existencia para hacernos partícipes de su condición de homo sapiens arrojado al mundo sin permiso, y por no se sabe quién. 
   Precisamente, en sus reflexiones religiosas es donde llega al nudo más cabal de ese existencialismo, al ver a Dios como un Juez alejado y extraño en vez de como el Padre amoroso de la tradición cristiana, que siempre se encuentra a nuestro lado. 
   Me han gustado muchos poemas. Hago mi propia selección, uno de cada capítulo: Hay que ser lo que se es o no ser nada; Te doy mi palabra; Escorzo de un anciano a la intemperie; Ha llegado la hora de nombrarte; Un batir de mandíbulas viene de lo alto; Asomado a una instante que no es tuyo, con el que cierra el libro. 
   Enhorabuena, Rafael. Espero que sigamos disfrutando de tu voz y de tu sabiduría.