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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

lunes, 6 de junio de 2016

UNA PASTELERÍA EN TOKIO, Naomí Kawase, 2015

   A mi parecer, la última película de la cineasta japonesa Naomí Kawase, que sorprendió con “Aguas tranquilas”, trata sobre la fuerza purificadora del dolor.    Tres personajes: un encargado de una modesta pastelería, una simpática anciana que aparece sin avisar, una delicada adolescente llena de preguntas, cada uno con su pasado, con su carga, con su dolor. 
   El dolor, si logras purificarlo, llenarlo de sentido, puede hacer que aproveches los pequeños detalles que te ofrece la vida de una manera más plena y auténtica. La luna temprana, los cerezos en flor, y el ruido de unas hojas secas arrastradas por la lluvia, el borboteo de unas judías en plena ebullición. En cualquier momento, en cualquier lugar donde estés, puedes obtener la paz, por mucho que duelan tus heridas interiores. Es necesario recuperar esa fina sensibilidad para ver en lo que pasa, aunque sea mínimo, una oportunidad para contemplar algo irrepetible. Y, también, para compartirlo: “lo importante es llenar de sentido la vida de los demás”, dice Tokue, la anciana, en un momento particularmente intenso de la cinta. Ha convertido su desgracia en misión casi sin proponérselo. 
   Facundo Cabral decía: “no estás deprimido, estás distraído”. La vida nos llena de preocupaciones, pero también nos transmite muy buenas noticias: una palmera urbana, un semáforo en verde, un balón que sale despedido, una risa que sale de esa ventana, el viento, unos sencillos compases de piano. Lo hemos oído muchas veces en boca de San Josemaría Escrivá: en las cosas más insignificantes hay un algo divino que hemos de descubrir. Y solía añadir: o descubrimos en esos pequeños detalles que nos rodean el verdadero sentido de la vida, o no lo encontraremos nunca.   
   Todo esto, no nos lo dice ahora un santo, o un cantautor argentino. Nos lo muestra en esta delicadísima película Naomí Kawase, una directora de cine japonesa. Algo de verdad habrá en ello cuando gente tan dispar coincide.

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