Hace tiempo que quería leer esta novela de José María Gironella, ambientada en la Segunda República española. Es un clásico, no diría imprescindible, pero casi. Muy actual además, si tenemos en cuenta el debate sobre la memoria histórica. Un proyecto muy ambicioso del que Gironella sale muy bien parado. El estilo y la redacción es de gran calidad: el autor pinta con cada palabra un paisaje, un carácter o un ambiente.
Pretende ser un retrato colectivo de Gerona durante la época, tocando todas las teclas políticas y religiosas. El autor, más bien de derechas, pretende otorgar a sus juicios objetividad y equilibrio. No me ha parecido maniqueo, cosa que se agradece. No nos habla del anarquismo de José, del falangismo de Mateo, del comunismo de Cosme Villa, ni del clericalismo de Mosén Alberto. Si no, más bien, de José, que es anarquista, Mateo, que es falangista, etc. No nos pinta ideologías encaanadas en personas, sino personas que tienen y viven como pueden las posiciones ideológicas que las circunstancias de la vida, la diferente educación, etc, les han llevado a convertir en suyas, sin que ni ellos mismo se hayan dado cuenta.
Y, sobre todo, pretende explicarnos cómo se llegó en España a lo que se llegó, lo cual es muy útil y muy de agradecer, porque es muy difícil ponerse en el lugar de esos tiempos difíciles.Pretende ser un retrato colectivo de Gerona durante la época, tocando todas las teclas políticas y religiosas. El autor, más bien de derechas, pretende otorgar a sus juicios objetividad y equilibrio. No me ha parecido maniqueo, cosa que se agradece. No nos habla del anarquismo de José, del falangismo de Mateo, del comunismo de Cosme Villa, ni del clericalismo de Mosén Alberto. Si no, más bien, de José, que es anarquista, Mateo, que es falangista, etc. No nos pinta ideologías encaanadas en personas, sino personas que tienen y viven como pueden las posiciones ideológicas que las circunstancias de la vida, la diferente educación, etc, les han llevado a convertir en suyas, sin que ni ellos mismo se hayan dado cuenta.
Al terminar, a pesar de su volumen, o quizá precisamente por eso, sigues con la segunda entrega: "Un millón de muertos". Y es que te sientes dentro de los personajes.