Acabo de leer este breve ensayo de Ortega y Gasset. Ortega es un buen escritor y un ocurrente testaferro de todo lo que pasa a su alrededor. Este breve escrito data de 1925, y en él trata de comprender el sentido y el papel de las vanguardias artísticas que en ese momento estaban en auge y habían cambiado en pocos años el panorama del arte europeo.
Con una cierta dosis de profecía, Ortega va a la raíz del problema. La cuestión es que en Europa nos hemos cansado del hombre, y buscamos el goce artístico más allá de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad. A Picasso, Dadá, el surrealismo, etc. no les interesa el ser humano, ni el mundo con sus puntos cardinales, han perdido en el Norte existencial y se han visto obligados a fundar otra estética para la cual el ojo humano común no está preparada. Conclusión: nadie les entiende.
Sin embargo, Ortega, con sus dotes de profeta, vaticina la importancia que tendrán esas corrientes para la posteridad. Su actitud en absoluto es de desdén. Lo único que hace es intentar buscar el por qué de la revolución artística.
Sus pensamientos pueden ser más o menos discutibles. En todo caso, leer a Ortega es siempre una buena experiencia. Es un comunicador nato.