
El protagonista, un médico célebre, que va a recibir un gran homenaje, pero al que no le salen las cuentas de su vida personal. En el viaje para ser agasajado, se enfrenta mediante sueños con toda su larga vida, que ha constituido un fracaso. Al final, los aplausos están encumbrando a un hombre fracasado.
Bergman nos azuza una vez más. Cuál es el verdadero triunfo de la vida? ¿No es cierto que el precio del egoísmo es la soledad? ¿No vivimos una moral que, a veces, nos aleja de los demás, una ética sin alma? ¿Cuál es el sentido de la muerte, hay algo después, existe Dios, cuál es el sentido del sufrimiento? En fin, todas las cuestiones que es bueno, a veces, plantearse, si uno no quiere convertirse en un superficial.
Y el director sueco podrá ser de todo, pero superficial, me parece que no.
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