Un clásico pendiente de leer. Me ha gustado. Es un cuento con mucha moraleja en la época final de Enrique VIII, y el ascenso al trono de su hijo Eduardo. Poco antes de la muerte de Enrique, dos niños iguales (un harapiento que con su familia mísera, y el príncipe heredero) intercambian sus ropas como un juego.
A lo largo de la novela, los dos niños intentan hacer comprender a los que tienen alrededor que no son lo que creen que sen, tomando esa extraña actitud como un tipo de demencia juvenil.
El tema que está en el trasfondo es el papel que a cada uno Dios nos ha confiado en la vida.
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