Bello, como el riesgo, es este poemario iluminador de la colombiana Marcela Duque, que mereció el premio Adonais 2018. Estructurado en tres secciones. La primera dedicada a la Naturaleza y el entorno afectivo; la segunda, dedicada a Dios, que da sentido a todo; y la tercera, a los anhelos del alma.
La belleza formal y la potencia expresiva que contiene no se traduce en un lenguaje críptico y engolado, sino en una escritura llana, cercana. Con naturalidad, nos hace reflexionar sobre los grandes temas: el paso del tiempo, la familia, el sentido de la vida, la misma poesía.
Sí, la poesía misma es la salvadora mientras esperamos en este "dulce interludio", como dice la poeta Raquel Lanseros en uno de sus más logrados poemas. Lo que realmente extraemos al final de la lectura es la necesidad de buscar una referencia clara que otorgue sentido al tiempo que vivimos. Por eso, Dios está presente a lo largo de toda la obra, aunque en muchas ocasiones no lo mencione claramente. Hay que arriesgarse a dar un sentido a nuestra existencia, si queremos descubrir toda su belleza. Quizá, el mismo riesgo es parte de ese placer y de esa belleza
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