Ozu es el gran maestro del cine
japonés, el padre de todos los cineastas, la referencia. Es algo así como un
Puskhin, pero a lo nipón. En 1954 entregó una cinta que hizo época: “Cuentos
de Tokio”. Ahora el veterano director Yoji Yamada homenajea al gran maestro con esta
gran película, un remake de la antigua pero en el siglo XXI. El resultado, a mi
parecer es una obra maestra, una joya, una gran historia que no se te hace
pesada a pesar de su lentitud (ritmo “oriental”) y de su longitud (dura dos
horas media).
Narra la historia de una familia.
Tres hijos mayores que viven en Tokio. Sus padres viven en una pequeña isla del
archipiélago, y vienen a visitarlos. La acción transcurre en tres días. Todos los
personajes tienen pequeñas virtudes y pequeños defectos. Nos son héroes de la
virtud ni malévolos sin remedio. “Término medio”, como tú y como yo.
Al terminar el film, mirando los
créditos en japonés, he apuntado en una lista lo primero que se me ha venido a
la cabeza: el respeto a los mayores, la delicadeza en el trato, la corrección
en el vestir y en el hablar, el servicio a los demás sin victimismos, el amor a
las tradiciones, la serenidad ante pequeñas contradicciones, el buen humor, la
conversación agradable, las pequeñas bromas que liman cualquier tensión, la ausencia
de toda estridencia. Incluso, en el caso del padre, lo
que parece un carácter más severo, en el fondo, acaba limándose por el amor y
la rectitud de vida con la que vive.
Y la pregunta ineludible: ¿dónde
están estos valores en nuestra sociedad?, ¿hemos perdido el Norte en Occidente?,
¿qué nos ha pasado? Difíciles preguntas ante las que no hay una respuesta
unívoca ni sencilla, y que provocará sin duda un cierto debate generacional. La
sola existencia de ese debate, a mi parecer, sería muy saludable para todos. Es
posible que el Sol Naciente nos ilumine con luz clara y sencilla. Por favor, no dejéis de ver esta maravilla.
Muchas gracias Nacho, la buscaré.
ResponderEliminarMil gracias por esta amable crítica
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