Excelente antología la que nos presentas Carmelo Guillén Acosta y José Julio Cabanillas.
En un mundo relativista y en una sociedad demasiado materialista a veces, es dentro de las comunidades o movimientos religiosos donde se habla de Dios, y poco más. Pero, por lo visto, también en la poesía se habla de Dios. El poeta siempre se pregunta por el horizonte.
Los autores han buscado poetas vivos que hayan sacado el tema. Hay en esta Antología poetas creyentes, poetas en búsqueda, poetas agnóstico o ateos, pero a todos les queda un reflejo sobre una de las cuestiones más antiguas que el hombre se ha planteado y la que llena más la bibliotecas. Amor incondicionado, dudas, mínimas esperanzas, o simples recuerdos de la infancia. De todo hay en sus páginas: la llama sigue viva.
Y lo mejor es que todos estos poemas mantiene esa calidad, esa tensión digamos metafísica, que no deja espacio al sentimentalismo altruista en el que algunos quieren convertir la religión.
En resumen, demuestran que la pregunta sobre Dios, también en el siglo XXI, es una pregunta legítima, y de alguna forma, necesaria.
En un mundo relativista y en una sociedad demasiado materialista a veces, es dentro de las comunidades o movimientos religiosos donde se habla de Dios, y poco más. Pero, por lo visto, también en la poesía se habla de Dios. El poeta siempre se pregunta por el horizonte.
Los autores han buscado poetas vivos que hayan sacado el tema. Hay en esta Antología poetas creyentes, poetas en búsqueda, poetas agnóstico o ateos, pero a todos les queda un reflejo sobre una de las cuestiones más antiguas que el hombre se ha planteado y la que llena más la bibliotecas. Amor incondicionado, dudas, mínimas esperanzas, o simples recuerdos de la infancia. De todo hay en sus páginas: la llama sigue viva.
Y lo mejor es que todos estos poemas mantiene esa calidad, esa tensión digamos metafísica, que no deja espacio al sentimentalismo altruista en el que algunos quieren convertir la religión.
En resumen, demuestran que la pregunta sobre Dios, también en el siglo XXI, es una pregunta legítima, y de alguna forma, necesaria.
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