El autor ilicitano Andrés Guilló Javaloyes ya se había estrenado con dos libros de relatos de gran interés: Plumas en la almohada (junto a Teresa Sepulcre), y Cada tarde a las cinco, editado por Frutos del tiempo, en la colección Frutos secos.
Esta misma editorial ha tenido el acierto de publicar este año su primera novela, un ambicioso thriller ambientado en el mundo del espectáculo de la España de los años cincuenta. Y he de decir que, en mi opinión, el autor sale plenamente reforzado de este reto. Un relato que te atrapa desde la primera línea, con un guion excelente, y que mantiene su interés a lo largo de toda la trama.
La acción se desarrolla en dos tiempos: los finales de los años cincuenta y los finales de los años 60, los dos relatos tienen su punto de unión en un hecho luctuoso (basado, al parecer en la hechos reales), que tendrá que resolverse al final. Por ello, de una parte, se trata una novela policiaca, con su comisario antihéroe al estilo Kurt Wallander; de otra, cuenta la historia de cabaretista Esmeralda Imperio. Guilló plasma con gran realismo la vida de una profesional de las varietés en la España de aquella época, una España encerrada, sin libertades civiles ni artísticas, y atosigada por una moral pacata y retrógrada. El oficio de cabaretista se presenta en las páginas de esta novela en toda su dignidad, esa dignidad que sabe distinguir el espectáculo mundano de lo soez y chabacano. Esmeralda Imperio, no es solo un bellezón, sino sobre todo una mujer de un pieza, que sabe lo que tiene que hacer para ganarse al público pero sin concesiones a lo grotesco y al mal gusto. El autor logra que nos identifiquemos con ella en sus momentos de alegría, en su amores, miedos, desencantos, y en las decisiones tremendamente desgarradoras que tiene que tomar.
Y no cuento más, que sería spoiler. Para mí, esta novela tiene algo esencial: te atrapa -como he dicho- desde el principio. No puedes dejar su lectura fácilmente. Un libro caudal al que vuelves a la mínima. Una historia en la que acompañas sin pretenderlo a los protagonistas, de tal manera que entran a formar parte de tu vida.
En mi opinión, Esmeralda sin brillo ha sido el aldabonazo de Andrés Guilló Javaloyes como escritor. En el horizonte, según parece, existe algunos nuevos proyectos que sin duda no harán más que consolidarlo.
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