He visto la última película de
Mel Gibson, y me ha gustado. Como siempre, este autor es bastante explícito,
atroz en las imágenes. No te ahorra crueldad ni situaciones límite. Yo
rebajaría un poco ese naturalismo sangrante
de las terribles escenas bélicas.
Dicho lo cual, me parece una película muy
bien hecha y completa. Bien hecha, porque el guión es claro, te atrapa desde el
primer momento y tiene ritmo y acción. Completa, porque no es tan solo una
película bélica más, sino que trata de una tema apasionante y acuciante: la
objeción de conciencia. Y, como la objeción de conciencia del protagonista es
por motivos religiosos, también trata del papel de las creencias en la
sociedad.
A Gibson le interesa mucho la religión, piensa que la religión es una
dimensión fundamental del ser humano. En casi todas las películas está
presente. Una cierta ideología quiere relegar el hecho religioso al terreno
puramente privado. Los creyentes, para estos intolerantes de guante blanco,
seríamos unos tipos un poco raros y desfasados que habría que tolerar, si no se
mueven mucho.
Pero está comprobado que la fe, cuando se vive plenamente y con
coherencia, potencia las cualidades de
las personas, llena la vida de sentido, ayuda a que nuestra existencia se
convierta en un servicio a los demás, como se comprueba en la película, basada
en hechos reales.
En fin, una película que hace reflexionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario