Las conclusiones de este concienzudo estudio de 623 páginas son las siguientes (en honor a la verdad, he de decir que solo he ojeado su contenido, pero he leído las conclusiones del epílogo, que, menos mal, los autores facilitan):
Las elecciones de 1936 estuvieron repletas de tantas y tan
grandes irregularidades que su legitimidad queda en entredicho. Un proceso
electoral dura desde que los ciudadanos comienzan a votar hasta que se cuenta
el último voto. La jornada electoral estuvo jalonada de numerosas interrupciones
y corruptelas, pero sin que obstruyeran el normal desarrollo de las votaciones.
Lo peor vino después. Los días 17, 18 y 19, todavía con el escrutinio en curso,
las masas radicales de izquierda tomaron sembraron las calles de violencia y
coaccionaron de formo taxativo el normal recuento de los votos. Tal era el caos
que Portela Valladadres, el legítimo presidente de Gobierno en ese momento, dimitió,
siendo sustituido por Azaña, que controló el recuento y las posteriores
reclamaciones. En ese momento, en España, mandaba la calle y el miedo. Además, Azaña, en funciones como estaba, tomó
dos decisiones sorprendentes: sacar de las cárceles a todos los revolucionarios
del 34, y dar los ayuntamientos a las izquierdas sin ningún proceso electoral.
A causa del sistema electoral claramente desproporcional,
una pequeña ventaja en votos otorgaba una gran diferencia de escaños. Eso es lo
que ocurrió. La izquierda tuvo una gran mayoría en las Cortes con un pequeño
margen de votos, votos que se podrían haber equilibrado, si se hubieran tenido
en cuenta las reclamaciones de la derecha y las denuncias de múltiples
irregularidades. Pero se rechazaron sistemáticamente, y donde se repitieron
(Cuenca y Granada), hubo una clara manipulación de resultados.
Lo peor es que
las masas siguieron dueñas de las calles, creando un ambiente prerrevolucionario,
con cientos de asesinatos, destrucciones, huelgas ilegales, etc. El miedo a que
este ambiente desembocara en la instalación en España de un Estado comunista al estilo
soviético, llevó a un grupo de militares a utilizar la fuerza e imponer
autoridad y orden. Esas son las conclusiones de los autores, avaladas por más 600 páginas con sus anexos, fruto de una pormenorizada investigación. A partir de ahí, el debate está servido. A mí, para ser sincero, el tema me resulta ya cansino.
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