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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. Con este blog, pretendo simplemente dejar constancia de todo libro que cae en mis manos, con el deseo de que me sirva para reflexionar sobre lo leído y poder así compartir mis impresiones. Muchas gracias.

lunes, 5 de mayo de 2025

A LA ESPERA DE ALGUNA LUZ, Francisco Gómez

 




   El escritor Francisco Gómez publica una nueva entrega de relatos, evidenciando la soltura y el oficio que maneja desde hace tiempo en esa pequeña gran literatura que constituyen las narraciones breves. Este último libro sigue la línea y la visión de otros anteriores (Los días sin ti, El vicio de perder, etc.), pero con un tono si cabe más cercano, más íntimo y confidencial, más dialógico, en el que el autor mantiene una conversación con el protagonista. Es lo que podríamos llamar literatura del susurro, escrita en voz queda, muy al oído del protagonista y, por ende, del lector, que entra en ese mundo, en esa historia, sin él darse cuenta. De hecho, muchos de los relatos están escritos en segunda persona. 

   En sus narraciones, incide en las grandes cuestiones que laceran la so(u)ciedad actual: individualismo, desarraigo, incomunicación, soledad... Y, por supuesto, el paso del tiempo. Tantas son nuestras expectativas al abrirnos el camino de la vida que -al final- nos encontramos con un mundo de insatisfechos. Ellos y ellas tienen carrera, estudios, niveles de idioma, etc. y viven con la impresión de que no han llegado hasta donde podían. En efecto, estas historias parecen un gran lamento que cubre los relieves de la vida y marchita la ilusión. 

   Pero no pensemos que el autor es un pesimista existencial. El título del libro lo dice bien claro. Se vislumbra siempre una luz -aunque sea muy pequeña- al final del túnel. Hay, en tanta oscuridad, un candil de esperanza (como el de la portada). Tan es así que el mismo escritor se arremanga y aporta su propio aliento a los protagonistas, y les hace darse cuenta al cabo de que no todo está perdido. Francisco no escribe: abraza con la letras. Intenta aportar algo de calor y humanidad. Digamos que tiene misericordia de ellos, y valga la expresión como homenaje al Papa tocayo suyo, que tanto la predicó y la practicó. 

  Al poco de terminar el libro, vino el apagón. Cuando al fin se encendieron las luces, aplaudí con alegría, pensando no solo en voltios, sino en ese candil, en ese final de túnel que Francisco Gómez -con su humanidad rebosante y su literatura- nos señala a todos.