Estamos ante otra excelente novela histórica de Jesús Sánchez Adalid. Esta vez, ambientada en la España de los siglos XII y XIII. Como siempre, está muy bien documentado y la trama es interesante.
Lo mejor es el tratamiento de los personajes y de la ambientación. Te describe de tal manera las ciudades, el modo de vestir o de comer, que parece que lo estás viendo. Además, los personajes no son seres esteriotipados ni maniqueos. Tienen sus bondades y sus vicios, sus debilidades y sus ideales. Adalid trata también de profundizar en la mentalidad y en la visión político-religiosa de esa época. Para ello, expone el pensamiento de San Agustín y de otros Padres, cosa que en ocasiones ralentiza la acción.
El guión, con todo, no se reduce a la típica trama policiaco-medieval, tan de moda ahora: es algo más complejo y elaborado, y, por tanto, más creíble.
Sea como sea, cuando cierras el libro, además de entretenerte y disfrutar, has aprendido.