La poesía, entre otras cosas, es un intento de entender la realidad . Es lo que denominaron los poetas del 50 "poesía del conocimiento". Y comprender la realidad es indefectiblemente indagar en su sentido.
Podemos buscar ese sentido al dictado de alguna teoría o creencia, o podemos acometer la aventura de adentrarnos en su comprensión despojados, solos ante el peligro. Es lo más sincero, también puede que lo más doloroso.
José Luis Zerón, elige este segundo camino. Sale a la calle, al bosque o al cemento, a ese mundo que intenta comprender. Sus poemas (su poema que en realidad es uno), está lleno de cosas, de sensaciones, de impresiones, de luces, rayos, sombras, huellas y astros. E intenta desentrañar el sentido único, plenario, de todo ello. Entrevé un equilibrio, pero hay quiebra y por tanto combate. Ese esfuerzo, que nosotros hacemos con él, lo convierte en un sufridor nato pero con la conciencia siempre clara de que está haciendo las cosas de manera correcta.
La poesía de José Luis Zerón no es una poesía al uso, no es "otro poeta más" contándonos con sus cuitas a través de imágenes sugerentes. Es mucho más: un gran salmo que pretender abarcar el mundo donde somos y donde crecemos, pero en el que nadie nos ha comunicado de manera explícita el porqué y el cómo.
En esta última entrega, José Luis taladra sin compasión, con su verso vigoroso y lúcido, ese escudo que nos protege de las grandes preguntas que nos hacen verdaderamente humanos.
Recomiendo leer antes el prólogo de Jordi Doce, ya que aporta las claves necesarias para adentrarse en la voz y en el mundo interior del poeta oriolano.
Podemos buscar ese sentido al dictado de alguna teoría o creencia, o podemos acometer la aventura de adentrarnos en su comprensión despojados, solos ante el peligro. Es lo más sincero, también puede que lo más doloroso.
José Luis Zerón, elige este segundo camino. Sale a la calle, al bosque o al cemento, a ese mundo que intenta comprender. Sus poemas (su poema que en realidad es uno), está lleno de cosas, de sensaciones, de impresiones, de luces, rayos, sombras, huellas y astros. E intenta desentrañar el sentido único, plenario, de todo ello. Entrevé un equilibrio, pero hay quiebra y por tanto combate. Ese esfuerzo, que nosotros hacemos con él, lo convierte en un sufridor nato pero con la conciencia siempre clara de que está haciendo las cosas de manera correcta.
La poesía de José Luis Zerón no es una poesía al uso, no es "otro poeta más" contándonos con sus cuitas a través de imágenes sugerentes. Es mucho más: un gran salmo que pretender abarcar el mundo donde somos y donde crecemos, pero en el que nadie nos ha comunicado de manera explícita el porqué y el cómo.
En esta última entrega, José Luis taladra sin compasión, con su verso vigoroso y lúcido, ese escudo que nos protege de las grandes preguntas que nos hacen verdaderamente humanos.
Recomiendo leer antes el prólogo de Jordi Doce, ya que aporta las claves necesarias para adentrarse en la voz y en el mundo interior del poeta oriolano.