Stephan, un agente parisino, es destinado a una cuadrilla de policía de barrio. Sus nuevos compañeros son policías experimentados en el ambiente enrarecido de esos barios; donde abundan entre inmigrantes no asimilados y jóvenes descontrolados. Stephan no puede aprobar los expeditivos métodos de esos policías. Una buena película en la que el director nos recuerda que en París no todo es glamour.
Toda la acción pasa a un ritmo cada vez más creciente, que se va complicando a partir del robo de un cachorro de león. Pero lo más interesante es el debate que suscita. Y ahí vamos.
Para prevenir la violencia, ¿basta con practicar la violencia? ¿O es verdad el antiguo adagio cristiano: el mal no se puede combatir con el mal. Eso que tan claro vemos en teoría, es difícil verlo en la práctica. A todos nos pide el cuerpo, cuando vemos actos violentos, combatirlos duramente, como se corta un flor venenosa. Proclamamos la solución de la cárcel, si puede ser, permanente. Pero los hombres no somos flores que se se puedan cortar. Cada uno somos, siguiendo al cristianismo, hijos de Dios. el único medio para sanar la violencia social es la educación. Es más costoso y se tardan de ver sus frutos. Pero es el mejor. A veces, únicamente nos falta paciencia.
He aquí unas reflexiones a vuelapluma que me ha suscitado esta película. Es ideal para verla en clase con alumnos (en ese sentido, es en la misma linea de "la Ola"). Además, es francesa, y a mí por lo menos, el cine francés me chifla (casi tanto como el japonés).