La pasión por los viajes es un fenómeno típicamente contemporáneo. Viajar se ha convertido en una costumbre a la que no acabamos de acostumbrarnos. Contemplamos paisajes, civilizaciones, hablamos con personas distintas, adquirimos artículos extraños y fascinantes, nos perdemos en avenidas que nunca hemos pisado. Algo palpita en nosotros cuando se nos abre una puerta hacia lo desconocido. Occidentales y orientales nos cruzamos en las mismas nubes y aterrizamos en nuestros sueños.
No es de de extrañar que los documentales de viajes tengan tanto éxito. Si, además, están realizados por unos profesionales como los que llevan a cabo "Pacífico", el éxito está asegurado. En mi opinión, lo atractivo de este viaje de 40.000 kilómetros por las costas del Pacífico (desde Japón a Nueva Zelanda) estriba, no solo en su calidad, (se nota a la legua que son periodistas con experiencia y dominio de la situación), sino también en su humanidad y cercanía.
Daniel Landa nos hace más protagonistas de ese viaje por su espontaneidad y frescura. No es un profesional frío que nos informa desde la barrera. Se mezcla con la gente, con sus problemas. Nos transmite, a veces con un solo gesto, sus propias vivencias, sus asombros, sus alegrías, sus temores, sus reflexiones. Hace que nos identifiquemos con él. De alguna manera, es uno de nosotros.
Los capítulos, emitidos por tve en La 2, se ven con mucho gusto, entretienen, enseñan, hacen pensar. No se pierdan esta serie documental que comenzó el 14 de septiembre. A los expedicionarios todavía les restan por recorrer 30.000 kilómetros.