Es Viernes Santo. Acabo de ver la Pasión de Cristo por segunda vez. Me parece una obra maestra. Yo rebajaría un tanto la dureza e introduciría más escenas del pasado. Quitaría también alguna escena pintoresca como la del cuervo o la aspersión de la sangre, o el suicidio de Judas con los niños.
Por lo demás, ya digo, me parece una obra maestra. Qué bien trabaja Cristo, María, Pilatos, qué dureza en las almas, en la mirada, qué dolor en los corazones quemados, en carne viva. Qué brutalidad la de los soldados, qué saña.
Por lo demás, ya digo, me parece una obra maestra. Qué bien trabaja Cristo, María, Pilatos, qué dureza en las almas, en la mirada, qué dolor en los corazones quemados, en carne viva. Qué brutalidad la de los soldados, qué saña.
Horripilante, aquello fue horripilante. Y es que el mundo antiguo era horripilante en ese sentido. Era un mundo donde la palabra "compasión" no estaba en el diccionario. De eso habría mucho que hablar.
Pero después, está el sentido de toda la Pasión. Es una historia de amor total. El que tuvo Dios con nosotros. El que tuvo Jesucristo en ese momento, esa entrega, ese dolor, ese levantarse en medio de la flagelación...
Un acierto dejar que hablen los idiomas originales. Un acierto el color, el matiz, la música, cada gesto, esos puños de la Virgen que aprietan un puñado de tierra...
El demonio, asqueroso, terrible, ese niño deforme que te mira. Que se ríe y se goza de la crueldad. Nada más cruel que un niño cruel.
¡Mel Gibson, con esta película has entrado en la Historia!