Irène Némirovsky murió en Auschwitz en 1942 debido a su condición de judía. Sus padres habían huído de Kiev en 1917, durante la revolución rusa, cuando Irène era aún adolescente. En París, descubrió muy pronto su vocación literaria, que sorprendió a la crítica. Durante los años 40 y 41, escribió esta obra maestra. Pero sólo pudo completar las dos primeras partes, ya que fue arrestada y conducida al exterminio.
"Suite Francesa" relata el desmoronamiento de Francia durante la invasión alemana en el año 1940. Pero no de la Francia oficial, sino de la sociedad entera. Y lo hace en caliente, cuando los hechos ocurren, y con una maestría inigualable. Relata la experiencia de varias familias durante esa dura situación.
Su pluma pinta un bosquejo de las costumbres y la mentalidad de las familias burguesas de París y otros lugares. Unas costumbres y unas mentalidades que quedaron alteradas por la guerra, y que nunca volvieron a ser las mismas. Y lo hace sin caer en lo dramático ni en lo sentimental, con un certero análisis psicológico de los personajes. Némirovsky profundiza. Los invasores y los invadidos no son máquinas, son personas humanas –con sus miedos, sus dudas y su necesidad de amor– que se han visto alcanzados de lleno por el torbellino.
En fin, el libro acaba de traducirse al castellano. Por suerte, el manuscrito redactado en unas condiciones materiales de verdadera penuria, se conservó.
En mi opinión, “Suite Francesa”, escrita con la frescura de los acontecimientos recientes que acabaron al cabo con su vida, abre a Irène Némirovsky un hueco en el parnaso de la gran novelística francesa.
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