Iréne Némirovsky, la autora ruso-francesa de origen judío, es universalmente conocida por "Suite francesa", una inigualable novela que escribió en 1942, poco antes de su arresto, su internamiento y su muerte en Auschwitz.
Pero en los años 30 nos dejó una serie de breves relatos, que constituyen pequeñas obras maestras. Triste, tristísimo, es este relato claramente autobiográfico, sobre una familia noble de las afueras de Moscú que tiene que huir a Paris en 1919, después de la revolución bolchevique.
Una familia que ve abocada a rehacer su vida desde cero, desacostumbrada a vivir con lo puesto, y en una ciudad como París, donde el otoño se les hace larguísimo, ya que nunca termina de nevar.
A pesar de su juventud, Iréne Némirovsky nos vuelve a sorprender (su obra está apareciendo ahora en España) con su prosa concisa y su capacidad para hacernos sufrir con los personajes, aunque también con la esperanza religiosa que se acumula en Tatiana, la protagonista de la pequeña novela.
En realidad, el tema central es el paso del tiempo y la tiranía con que nos suelen traicionar nuestros propios recuerdos. Un tema recurrente en la poesía universal, y que aquí la joven Némirovsky sabe recrear con luces nuevas.
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