En 1898, se publicó esta breve novela, que tuvo gran éxito. Tan es así, que su autora que se llamaba Mary Annette Beauchamp, cambió el nombre por el de la protagonista de la novela: Elizabeth von Arnim.
Elizabeth es una joven esposa alemana de la burguesía adinerada de la época. Elizabeth vive con su marido, al que llama el Hombre Airado, y sus tres hijas, a las que conocemos por los meses en que nacieron. Este detalle nos da entender el desapego que tiene Elizabeth ante el mundo que le rodea. Ella ha encontrado ya la felicidad. La felicidad no está en reuniones sociales, ni en las tediosas visitas de cumplido, ni en ceremonias ostentosas, ni siquiera en los consejos de su juicioso aunque viperino marido.
Su felicidad está en su jardín de la casa de campo que habitan en Pomerania. Jardín que nos describe de mil maneras, deteniéndose en cada uno de sus flores y de sus aromas. Tan es así que Elizabeth nos cuenta sus proyectos, sus dificultades y sus miedos… en torno a su jardín, que colma al parecer su sensibilidad femenina.
Lo mejor nos lo depara la segunda parte, cuando recibe la visita de Irais, su amiga del alma, la única que la comprende, y de una inocente jovencita inglesa, Minora, que quiere escribir sus experiencias alemanas en un cuaderno. Minora no acaba de comprender el estilo de vida de las dos casadas, y se la ve cada vez más desconcertada.
Y no es para menos. Es bastante llamativo que un libro de este tipo pudiera escribirse a final del XIX, aunque estamos, bueno es recordarlo, en pleno auge del sufragismo. De todas formas, la elegancia con que está escrito, la sabiduría e ironía con que destila una poco convencional visión de la vida, hacen de la lectura de este breve relato algo delicioso.
De todas formas, hay mucho que comentar sobre esta novela que publicó Lumen en 2008, y lo haremos en próximas entradas, con la etiqueta “sobre mojado” (que quiere decir que comento aspectos parciales o impresiones posteriores de un libro ya comentado).
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