Si te dicen que vas a ver una
película sobre la Rusia de Stalin en el año 36, te preparas para ver dolor y
desesperación. Pero resulta que no: que lo que ves es una película
costumbrista, al estilo de un cuento de Chejov. Pero has caído en la trampa, en
la magia, de esta gran trama, ya que de pronto te das cuenta de que algo
terrible ocurre, entre cafés, risas, juegos infantiles, escenas de baños y
pasatiempo varios de una vida burguesa.
Todo ello, en mi opinión, hace de "Quemado por el sol", una película realmente excepcional. Me recuerda un poco a
Bergman (Fanny y Alexander): esas películas que "malgastan" el guión, recreándose en escenas que parecen insulsas y prescindibles, pero es a través de ellas como te introduces en la verdadera trama, si tienes inteligencia y sensibilidad para atraparte por ellas.
Una película única, de esas que celebras de versas haber descubierto.
Una película única, de esas que celebras de versas haber descubierto.
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