Joseph Conrad (1857 - 1924) ucraniano de origen polaco, pero afincado al final en Gran Bretaña, no vio el mar hasta los dieciséis años. Pero el flechazo fue instantáneo. Aventurero por vocación, no hubo océano que no surcara en su larga vida.
Juventud es una novela con muchas referencias autobiográficas. En realidad, está basada en uno de sus primeros viajes que le llevó de Inglaterra a Bangkok, transportando carbón. En esta singladura, por primera vez, regentó el cargo de segundo oficial.
Este el argumento principal de Juventud. Al pobre navío le pasó de todo. El protagonista, ya cuarentón, habla en primera persona, pero veinte años después. Se lo cuenta a sus amigos en una taberna. Ahí reside, creo yo, el principal atractivo de la novela. Es un relato melancólico, donde él mismo se sorprende y lamenta de lo insensato que era veinte años atrás, despreciando los peligros y cometiendo innumerables imprudencias. Por ello, interrumpe el hilo de la narración frecuentemente con esa exclamación: "ah, la juventud", con aire de lamento, pero también, pienso, de admiración. Cada vez que termina una de las diversas situaciones límites, concluye con aquella expresión: "pasa la botella", que es famosa entre los admiradores de Conrad.
Entre ellos me cuento, porque con Conrad, aparte de divertirte mucho, aprendes lo que es el hombre y el mundo.
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