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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

sábado, 21 de septiembre de 2024

COSAS MÍNIMAS, Carlos Javier Cebrián

 


   Carlos Javier Cebrián publica en este pequeño volumen los artículos que publicó  de 2004 a 2008 en la revista llamada Noticias de Elche y en otros medios digitales. La columna era sucinta (la recuerdo muy bien, tenía un fondo verde, yo también publiqué alguno) y los artículos por tanto eran breves. Los temas eran muy variados, pero pienso que hay una hilo común que los une y que es, al fin de cuentas, la raíz de donde parte la creación de este poeta, articulista, crítico, animador y organizador de eventos llamado Carlos Javier Cebrián, al cual debemos su contribución -no pequeña- para que Elche tenga un actividad cultural que se merece. 

   ¿Y cuál es esa raíz, en mi opinión? Cebrián es un autor que pone su interior en un escaparate, que arroja lo que piensa y lo que siente, lo que cree. Piensa -y con razón- que la literatura no está para hacer frases bonitas, sino para comunicar tus propias emociones o tus propias búsquedas, tus certezas más tambaleantes y tus dudas más seguras. Esto, en definitiva, configura su poesía, y es lo que aparece también en sus artículos. Dice lo que piensa, lo que cree, lo que no cree, sin cambalaches. A alguno le puede parecer provocador, pero, si la literatura no es provocadora, ¿qué es entonces? Nos habla de lo más profundo y de lo más banal (que puede ser en ocasiones lo más profundo): la felicidad, la libertad, la estupidez, el deseo, el infierno, el amor y el desamor, sus recuerdos de la infancia... 

 Quiero resaltar aquí el artículo titulado 33 líneas aproximadamente. Y no solo porque la cita que lo encabeza es de mi padre, sino por que revela muy bien el impudor como valor positivo en la literatura. Creo que mi padre y Carlos Javier son dos personas muy opuestas en época, mentalidad, ideología, etc. Pero coinciden en pensar que es necesario a veces desnudarse, perder ese decoro, y mostrar el fuego que llevamos dentro. Mi padre no tuvo la culpa de haber nacido ardiendo. Carlos Javier, tampoco. Tal para cual. Grandes personas, grandes poetas. Y, por cierto, grandes  organizadores de eventos culturales los dos. Es una suerte haberlos conocido. 

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