"El mudejarillo" no es exactamente una biografía sobre San Juan de la Cruz. Quien quiera enterarse de la vida del místico y poeta, que consulte una enciclopedia.
Esta novela quiere adentrarse en el espíritu interior, en el despojo radical del poeta santo, en su sencillez y transparencia de vida, en su nada. Jiménez Lozano lo borda. Mima el castellano, estudia cada palabra, cada expresión. Abre las frases intencionadamente inacabadas con un "¡... y qué se yo!". Se detiene en las cosas, con descripciones que abruman por su riqueza de vocabulario. Pero no llega a apabullar. Lejos todo barroquismo de este libro pacífico y llano como el páramo de Castilla.
El místico se nos revela como un hombre al que le vale con nada en la vida, porque lo tiene todo: tiene a Dios, y ha entregado su vestido, sus aficiones, su palabra, su voluntad, su pan de cada día. Juan de Yepes se conforma con cualquier, y así está contento. Es un enamorado lleno por dentro de su Amor y sin nada más que apetecer en la vida.
Obra singular, a la que gusta volver, muy útil para reencontrar ese Inicio que, a veces, se nos queda atrapado en la madeja de los días.
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