El 14 de abril pilló a un joven Josep Plà en Madrid. Según su peculiar y desenfadado estilo, nos relata sus impresiones de todo lo que ocurre y de los personajes que se encuentra. No es un periodismo oficial, sino vivo. Él, donde mejor se encuentra, no es en la sala de prensa, sino en un café.
Allí habla con toda la gente que va apareciendo, haciendo de cada uno los juicios más curiosos. A veces, comienza con un tema político, y acaba hablando de gastronomía, o de costumbres locales.
Lo juzga todo, pero de una manera amable, con una fina ironía, algo socarrona, donde pone el acento en algo que aparentemente no tiene importancia (por ejemplo, la forma de vestir), pero que sirve para definir en dos trazos el carácter de un personaje.
Plà describe el desencanto que produjo la República en muchos que la habían apoyado o que incluso habían participado en su advenimiento. Pone especial atención en la quema de conventos de mayo. El relato comprende el periodo que va desde el mismo 14 de abril hasta octubre de 1931.
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