Podemos decir que esta novela es un clásico del terror cuyo único fin es el entretenimiento de la alta sociedad victoriana. Pero en “Otra vuelta de tuerca” hay mucho más. Es un relato psicológico y muy ambiguo, que admite diversas interpretaciones, ya que está escrito en primera persona por la institutriz, y es lícito pensar que todo lo que cuenta es fruto de su carácter neurótico, de un alma reprimida. Tenemos su sola versión: todo lo que cuenta puede ser fruto de su imaginación calenturienta.
Si no creemos en los fantasmas, podemos estar hablando de un relato realista que lo que nos está contando es la propia visión alocada de la protagonista, al no verse correspondida por el amor platónico del amo, y producto de una educación puritana. Esto enlaza con Freud y Jung. De ahí el título: “Otra vuelta de tuerca”: las cosas no parecen lo que son. Es necesario seguir preguntándose.
En todo caso, para el que no quiera comerse mucho “el tarro” es una pequeña historia entretenida, muy apta para Domingo nublado.
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