Narra la historia de Kamila Sidiqi, una mujer kabulí de los años noventa, que no se resignó a la opresión de las estrictas reglas talibanes, y emprendió una pequeña empresa de costura que se fue desarrollando hasta adquirir notoriedad a nivel internacional.
Las mujeres en el Kabul talibán estaban enterradas en vida. Casi no podían salir de casa. El libro deja muy claro que eso no lo dicta la religión musulmana, y que era extraño a la tradición afgana, mucho más abierta, y donde muchas mujeres tenían antes de la guerra un estilo de vida occidental, de tal manera que Kabul era una ciudad cosmopolita.
Pero llegó 1979, la invasión soviética. Al cabo de once años, los talibanes y otros grupos lograron echarles. Hubo entonces una guerra civil donde se impusieron estos guerreros educados en el fundamentalismo islámico. Kabul para ellos era Sodoma y Gomorra, y se propusieron instaurar la Sharía o ley musulmana de o origen medieval.
Kamila, al verlo, no solo se lamentó, sino que decidió actuar. No se paró en las dificultades, y pudo ver logrado su sueño. Un testimonio bonito y constructivo de una serie de mujeres, por otra parte, devotas musulmanas.
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