Una profesora de secundaria de una barriada parisina intenta involucrar a una clase especialmente conflictiva en un proyecto sobre los niños y los adolescentes en los campos de concentración nazis. El objetivo es presentar el trabajo a un concurso de ámbito nacional.
No es fácil hacer una película
sobre este tema tan manido: alumnos rebeldes salvados por profesor dinámico y
redentor. La película pasa con nota, a mi parecer. En primer lugar, porque la docente
es creíble, no es impecable, falla. En segundo lugar, porque las
interpretaciones de los alumnos (igual que ocurrió con le película “La clase”),
es magistral, a pesar de ser no profesionales, o quizá por eso.
Pero no me parece una gran
película, sino una cinta para ver en clase y plantearse una serie de
reflexiones. Sobre todo, la capacidad transformativa que ha de tener la
educación. Un alumno tiene que ser alguien distinto el último día de clase con
respecto al primero: no solo una persona con más conocimientos, sino una
persona mejor: más tolerante, más abierta, más implicada en los problemas del
entorno, más sensible a las injusticias, más colaborativa. Y esa transformación
se ve en la película. Ya sabemos que lo pasa ahí está un poco idealizado, que la
realidad va por otro camino. Pero vivimos de ideales, y este tipo de relatos
pueden dar ideas tanto a los profesores como a los propios alumnos. Yo, que me
he dedico a ser profesor de Historia, me he visto interpelado y me ha servido
para reflexionar sobre mi propia tarea. Si logra eso esta película, ya ha
logrado mucho.
Como contrapunto, dos aspectos
que me han gustado menos y que tocan al planteamiento de fondo. La película se
contagia del laicismo radical instalado en Francia como parte de su ser nación.
La religión se ve como algo siempre sospechoso, o simplemente no se ve. A mí me
parece que la religión es algo necesario si queremos vivir esos valores tan
importantes. “Usted tiene un velo en la mente”, se dice al principio de la
película. Por otra parte, la profesora logra emocionar a unos alumnos
conflictivos y desmotivados, y que se impliquen al denunciar las injusticias,
pero si no se tiene una visión más general y más amplia de la Historia es
posible que ese juicio esté desenfocado. Se puede estar emocionado y equivocado
al mismo tiempo. La verdad no sólo reside en no contar cosas falsas, sino en
contarlo todo. No queda claro si lo alumnos saben lo que es el Gulag, qué pasó
en Armenia, por qué se murieron de hambre en Ucrania, quién Pol pot, o, por no
irse del país, qué les pasó a los campesinos de la Vendée.
Con todo, me parece, ya digo, una
película muy válida, que puede dar lugar a esta y múltiples debates.
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